Variables Culturas y economico sociales en la Violencia de Género

Publicado: 09/01/2024
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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Los contextos sociales y económicos en los que transcurre la vida de victimas y asesinos son elementos esenciales para interpretar adecuadamente esta lacra
La Violencia de Género es uno de los aspectos político-sociales más controvertidos de las últimas décadas. Se utiliza como bandera política por tirios y troyanos, complicando con ello un acercamiento menos apasionado, más objetivo, a las dramáticas consecuencias que ella conlleva, sobre todo para las mujeres. Y como el horno no está para bollos, se corre el riesgo de quemarse al abordar tan espinoso asunto. Este texto pretende, más que afirmar, generar algún que otro interrogante que modestamente permita enfocar posibles soluciones que impidan mantener las macabras estadísticas sobre estas terribles muertes de mujeres. Especialmente al asesinato de estas, a manos hombres que tienen relaciones de pareja o familiares. Las estadísticas aportan información sobre la nacionalidad española o extranjera de víctimas y agresores. Los datos aportados por el Instituto de la Mujer sobre este asunto pueden encontrase en internet: https://www.inmujeres.gob.es/ MujerCifras/Violencia/VictimasMortalesVG.htm. Aparece, por años, el número de víctimas-asesinadas y sus asesinos-agresores y porcentaje en cada caso. Convendría que desaparecieran los eufemismos y se escribiera claramente: Asesinadas y Asesinos. Así tal cual. De la serie estadística 2023 hasta 2013, últimos once años, cabe fijarse que en el año 2013, el 70% de las víctimas eran mujeres de nacionalidad española, y el 30% eran de otras nacionalidades. Los agresores, asesinos sin más paliativos, suponían un 68,5% de nacionalidad española y un 31,5% de otras nacionalidades. Hace once años fueron asesinadas 54 mujeres y, once años después, el panorama sigue siendo muy parecido trágicamente con 55 mujeres asesinadas. Algo variaron los porcentajes de estos asesinatos: un 58% de nacionalidad española y un casi 42% de otras nacionalidades. Se aprecia un incremento de fallecidas de otras nacionalidades y una reducción del porcentaje en mujeres de nacionalidad española. Las nacionalidades de los asesinos también han experimentado una variación en esos once años. De forma que en 2013, los agresores con nacionalidad española representaban el 68,5% y en 2023, se reduce al 54,5%. Una primera apresurada mirada a los datos daría la impresión de que los hombres de nacionalidad española asesinan más que los de otras nacionalidades. Esta instantánea reforzaría un prejuicio sobre la violencia machista que pudiera, ¡ojo! se dice pudiera, atribuirse al “macho ibérico”. Ya que el Instituto Nacional de Estadística informa sobre la población residente en España, conviene dimensionar el peso de las poblaciones en función de la nacionalidad española u otras nacionalidades. En 2022 por ejemplo el total de personas residentes en España eran casi 48 millones, de los cuales 24,5 millones eran mujeres, de las que 2 millones 764 mil eran extranjeras. Los hombres constituían un total de 23,43 millones, de los cuales 2 millones 778 mil eran extranjeros. Si se ponderan los datos aportados por el Instituto de la Mujer, antes comentados, es posible dimensionar lo que representa cada dato absoluto comparado con el total de la población. En 2022 se podría establecer la representatividad de los 49 asesinatos contabilizados en ese año: 30 fueron cometidos por personas de nacionalidad española y 19 por personas de otras nacionalidades. Si se compara con la población total se obtiene que con nacionalidad española hubo 1 asesino por cada 688.000 hombres. Mientras de otra nacionalidad hubo 1 asesino por cada 146.000 hombres. ¿Qué puede concluirse de esto? Con respecto a las víctimas, cabe hacer el mismo calculo, encontrado que de nacionalidad española es asesinada 1 mujer de cada 658.000 mujeres  y de otra nacionalidad 1 mujer de cada 172.000 mujeres. Si unimos a estos datos que, durante ese año 2022, un total de 181.581 personas extranjeras residentes en España adquirió la nacionalidad española, y que el 47,0% de ellas fueron hombres y el 53,0% mujeres, (La fuente es el propio Ministerio de Inclusión, seguridad social y políticas migratorias), cabría concluir que la trágica violencia de genero tendría un componente cultural digno de consideración. Teniendo en cuenta que el acceso a la nacionalidad española se viene adquiriendo por personas que no tienen por qué, al menos no se les exige, compartir elementos esenciales de la cultura española. En este punto es posible abrir un asunto de enjundia, ya que para obtener la nacionalidad española se deben aportar datos a la administración estatal mediante documentos como: Partida de nacimiento, Certificados de antecedentes penales, Certificado de empadronamiento, Certificado de residencia legal en España, Documento que acredite que contamos con medios de vida para residir en España... Etas variables nada predican sobre  aspectos culturales relacionados con la violencia de género. ¿Parece evidente la relación entre cultura y violencia de género?. Estudios y publicaciones pueden encontrase en https:// violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaEnCifras/home.htm. Si se acepta que existe una cultura “española”, construida desde siglos en este territorio, por generaciones y generaciones que en él han vivido, ¿Podría afirmarse que en el seno de esta cultura no se fomenta la violencia de género? ¿Si se fomentara en qué medida? Para dimensionar, y con ello comprender, más aún los orígenes de la Violencia de Género, parece indispensable analizar con más detalle, caso a caso, cuáles han sido las variables detonantes de ese comportamiento asesino. Porque las creencias, dirigen poderosamente los comportamientos y quedan instaladas en las mentes de todas las personas. Estas creencias las generan y reproducen la cultura, siendo sin duda, uno de los motores  de esa violencia asesina. Sería preciso publicitar estudios que aporten más información, más allá de si las víctimas habían o no interpuesto denuncias, si han funcionado los medios de protección, o han fallado las medidas de alejamiento, o el tipo de relación entre víctima y agresor, o en qué comunidad autónoma se producen, o el grupo de edad, la nacionalidad o si se suicida el agresor o no. Los contextos sociales y económicos en los que transcurre la vida de victimas y asesinos son elementos esenciales para interpretar adecuadamente esta lacra y permitir definir políticas eficientes para acabar con ella. Una máxima sociológica, del materialismo histórico, viene al caso: La superestructura ideológica (creencias) está condicionada (hay quien sostiene que está determinada) por la infraestructura material. Aquello de dime como vives y te diré como piensas. Parece igualmente preciso enmarcar estos asesinatos en el conjunto de actos delictivos que en todo el Estado se vienen produciendo. Y parece evidente señalar que a las víctimas en general, pero especialmente las de violencia de género, no distinguen la tipología del delito que acaba con sus vidas. ¿Cuales serían las causas de que, tanto política como mediáticamente, se tienda a publicitar en mayor medida estos trágicos asesinatos de Violencia de Género?  En 2022 un total de 325 víctimas fueron asesinadas y 1208 en grado de tentativa. ¿Quién puede valorar, en más o en menos, la gravedad y el dolor que cada uno de ellos provoca? Lo cierto es que detrás de cada delito, más aún asesinatos,  hay dolor, angustia, miedo… y en este país se comenten no pocos.

 

Fdo. Rafael Fenoy

 

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