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Cara y Cruz

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día 4 de febrero. Un gran atasco en el Campo del Sur. Una larga cola a las puertas del Gran Teatro Falla. De nuevo nos vamos a sumergir en un intenso mes de coplas que muchos esperamos ansiosamente. Sí, digo bien, nos vamos a sumergir, abstraer y concentraremos nuestra atención en todo lo que se cante y cuente en estos días sobre las tablas.

Este concurso que levanta pasiones y transforma el ritmo de vida de los que lo seguimos día a día, presenta una cara y una cruz en múltiples aspectos que podrían ser analizados y que cada año son cuestionados. En la mente de cada lector habrá en estos momentos infinidad de ideas y matices que aportar; hay soluciones sencillas para problemas que no son tan complicados. Entre todos podemos sumar, aunque nunca faltará quien se encargue de restar. Restar sin obtener nada a cambio, cuando de siempre la suma dio beneficios y la resta pérdidas.


Cara y cruz. También las encontramos entre las personas que forman parte activa de la fiesta, por la actitud tan diferente que tienen hacia la misma. Mi generación, los de la cosecha del 76 (años arriba o abajo), están demostrando su buen hacer en el escenario, un compañerismo ejemplar, humildad para encajar triunfos y derrotas, y han sabido en su mayoría rescatar la esencia del auténtico Carnaval. Junto a ellos, grandes aficionados disfrutan y viven el concurso con ilusión, tanto si la fortuna les ha favorecido para adquirir entradas como si no.

Carnavaleros de toda la vida, grandes autores y componentes de los que nos hemos nutrido esta generación, siguen aportando frescura y dinamismo al concurso. Todos ellos son para mí la cara, cara sonriente que solo piensa en sumar y sacar el máximo jugo a este espectáculo único. A la cruz no le pongo cara. Es una cruz llena de bulos, críticas destructivas y actitudes que solo hacen ensombrecer y desvirtuar. Se pone en tela de juicio a un jurado que aún no ha comenzado a puntuar, dudando de su honestidad, conocimientos y preparación.

Los rumores flotan en el ambiente y se sigue hablando de una mafia que por lo visto “maneja el concurso”, se llega a asegurar que los puntos no sirven para nada, son una mentira. Se desperdician letras atacando a compañeros, ¡con todo lo que hay por escribir! Colectivos enfrentados… Nada de esto nos beneficia. Y se sigue restando.

Los que estamos en la cara le damos la espalda a la cruz. Vamos a disfrutar con los nuevos repertorios, nos reiremos, nos olvidaremos por unos días de los problemas… Esto es Carnaval.

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