La vida le ha dado una segunda oportunidad. Seguir viviendo, que no es poco, y hacer realidad un sueño al alcance únicamente de soñadores.
Meses atrás en la calle Arquitecto Berges un desalmado a la fuga casi lo deja sin lo uno ni lo otro. Aquel accidente a las puertas del Palacio de Justicia estuvo a punto de truncar muchas cosas. Pudo ser fatal. Tuvo que luchar por salir adelante primero, y luego mirar al horizonte con esa duda de la oportunidad por torear que nunca llegaba.
Entre tanto, su vida iba y venía, buscándose la forma de fraguarse un porvenir en el día a día. Empleado en oficios de todo tipo, recorriendo Jaén de punta a punta en su patinete eléctrico como un adolescente más. Todo ello para ahorrar y poder invertir en hacer realidad su sueño de vestir de luces. Enfundarse ese rosa palo y azabache con el que ha hecho el primer paseíllo de su vida.
El cartel del festejo con el que los jiennenses hemos atravesado por primera vez las puertas del Coso de La Alameda anunciaba su nombre: “Moraleño. Y Jaén, su procedencia, como antaño se anunciaba siempre a los noveles en los carteles de toros.
Con él Jaén sumaba un nuevo novillero que venía a incrementar la nómina de jiennenses de la capital que han vestido de luces. Tan honrosa como desconocida porque tantos nombres han ido cayendo en el olvido a lo largo del tiempo.
Pero su nombre es el que está ahora en boca en todos los que le vieron torear el pasado domingo. Y en quienes no lo vieron, también. Porque David Moral es un chico del barrio de San Juan archiconocido en Jaén por su pasado como seminarista y su omnipresencia en el mundo cofrade de esta ciudad, donde se termina antes contando las cofradías y hermandades a las que no pertenece que aquellas de las que es hermano.
Precisamente su formación religiosa y su vida religiosa, de la que no se ha despegado, brindaron una de las escenas más insólitas del álbum de fotos de la historia taurina de la capital: un cura sacando a hombros a un novillero en Jaén. Ese fue el epílogo de la novillada en la que “Moraleño” logró los máximos trofeos, todo ello tras hacer el paseíllo luciendo el capote de paseo con el escudo del Real Jaén y ser, por motivos evidentes, el único jiennense al que ese escudo le ha dado una alegría este fin de semana.
Ojalá la suerte le acompañe y Jaén no dé la espalda a un novillero que ha sorprendido a una afición que está deseando tener toreros locales que nos hagan hacer kilómetros para seguir un paisano vestido de luces.