Islantilla, realidades y ejemplaridad

Publicado: 17/07/2024
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

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Fruto de esa cercanía y afinidades y coincidencias paisajísticas de Lepe e Isla Cristina, nació hace más de dos décadas la Mancomunidad de Islantilla
Sí, todo un cúmulo de realidades y, sobre todo, ejemplaridad, es la conclusión de un grupo de ciudadanos extremeños enamorados de la costa de Huelva, y sobre todo, antes de ahora, de alternativas estancias en Isla Cristina y Lepe, algo en lo que coincidimos: que fruto de esa cercanía y afinidades y coincidencias paisajísticas, nació hace más de dos décadas la Mancomunidad de Islantilla. Sí, que, además, nació con vocación cinematográfica y de ahí ese singular festival ya consolidado y que cabe imaginar será algún día escenario de un certamen de mayor envergadura y alcance, fruto -todo hay que decirlo- de la decidida apuesta de estos dos municipios entre los que nunca han existido fronteras, por la unión de ambos nombres en la historia y la geografía tan  singular que estamos disfrutando con novedades y atractivos singulares y hasta algo más que facilidades de movilidad y accesibilidad...

Sí, hablar de Islantilla ofrece como aliciente la eliminación de toda clase de barreras arquitectónicas, y aunque aparentemente pueda parecer una solución improvisada o modesta, hay que aplaudir la consolidación de un recinto en plena zona de baños, justamente en la parte delantera del Centro Comercial, allí donde la Mancomunidad  de Islantilla tiene su sede y oficinas de atención al turismo, allí donde incluso se reciben posibles quejas y/o sugerencias y que no tengo más remedio que felicitar por la eficacia y rapidez con que fui atendido no hace muchas de semanas al facilitarme con seguridad el acceso desde el paso elevado sobre la carretera que separa a la zona alta del complejo turístico.

Sí, una simple sugerencia por escrito ha permitido que yo y muchísimas personas con movilidad reducida y a bordo de una scooter o silla de ruedas podamos alternar nuestros paseos por la zona de playa y vías y senderos en torno al campo de golf y complejos hoteleros y sede social de la urbanización emblema, yo diría que de la Costa de la Luz de Huelva, donde en una zona de sombra sin demasiados alardes solemos coincidir onubenses y extremeños sobre todo, y por supuesto de Sevilla, Córdoba e incluso Madrid. Pero hablar de zona de sombra estaríamos hablando de instalación protegida contra el sol y apta para el descanso, admiración del paisaje y, lo que es más importante: ayudas para el acceso al agua mediante unos artilugios de sobra conocidos e incluso bastones ortopédicos por si en última instancia la persona con movilidad reducida los necesitase.

Sí, como único consideraba este enclave un matrimonio cordobés que estuvo pasando sus vacaciones en la misma Isla Cristina y luego fueron alternando con  La Antilla. Sí, todo un derroche de elogios para  ‘Las Américas’, a tiro de pájaro del lugar donde habían establecido durante varios días una particular tertulia o en la que a la mayoría casi se les caía la baba hablando de una no solo ilusionante sino necesaria comunicación por carretera y ferrocarril desde Extremadura... Los de Extremadura a disfrutar siquiera de una autopista que dejase en  el olvido, ya, esa interminable sucesión de curvas y un ferrocarril condenado a seguir oliendo al fuel de antaño.

 Sí, temas para todos los gustos, y que demuestran el acierto de quienes diseñaron una estrategia de tanto alcance y que no me cansaré de decir que iniciativas de este calado deberían prosperar entre Cartaya y Punta Umbría  y, por supuesto entre Mazagón y Matalascañas, algo materialmente imposible no solo por el cada vez mayor afianzamiento de Doñana  para haber partido un trozo del litoral condenado a no ser algo más de lo mismo. A Islantilla, tal vez, todavía le faltan algunas cosas, como por ejemplo, y lo comprendemos por su extensión y complejidad, tareas de mantenimiento que con buena voluntad y disposición de servicio no dejan de realizarse y para mayor eficacia y mejores resultados; ahí está la Escuela de Hostelería, que después de algunas dificultades parece haber renacido con nuevos bríos y ansias de proporcionar al sector de la hostelería los medios humanos y las técnicas necesarias.

Y destacar esa tarea asistencial de la zona de sombra en la playa, anexa al servicio de socorrismo y que  no solo despierta la curiosidad y el interés, y por puesto, la atención de ser atendidos, de muchas de esas personas condenadas a la silla de ruedas y que gracias a unas personas entusiastas ante todo, se ayudan con unos artilugios para complementar y garantizar al máximo la seguridad. Sí, muchas gracias a estos chicos y chicas que ponen un punto de humanidad y sensibilidad para hacerles más llevadera la vida y el asueto como otros semejantes y disfrutar como los restantes ciudadanos de algo que les da vida y es único en la zona: Islantilla. ¡Que cunda el ejemplo y también en Isla Cristina y La Antilla surjan estas singulares instalaciones de ayuda.

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