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El Resucitado dio vida a la Semana Santa

Alegría y color para el tiempo de Gloria

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La Cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria devolvió ayer las ganas de Semana Santa a los jienenses, que se echaron a la calle para despedir la Semana de Pasión de la capital con la Hermandad, que devolvió el gesto con una salida procesional llena de momentos cofrades.

La hermana mayor de la Hermandad, Amparo Aguilar, realizó ayer su quinta estación de penitencia bajo esa responsabilidad, recordando que en los últimos años, la lluvia e incluso la nieve, ha hecho acto de presencia, pero no ha dejado en la Basílica Menor de San Ildefonso a las sagradas imágenes.


Con la celebración de la profesión de fe en el interior del templo, los hermanos se prepararon para protagonizar una salida procesional marcada por cambios.

Entre otros, que las bandas de música que acompañaron a las imágenes salieron desde el interior de la Basílica Menor de San Ildefonso y se recogieron, igualmente, con el resto de hermanos cofrades.

Los primeros sones de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Piedad de Jaén se escucharon en el interior del templo, acercándose a los jienenses que esperaban en los alrededores del barrio, con la salida del Señor Resucitado, uno de los momentos más emotivos. “En la reunión con la Junta de Gobierno decidí salir a la calle y me apoyaron por unanimidad. Fue uno de los momentos más emotivos, igual que ver a las imágenes en la calle”, declaró a VIVA JAÉN Amparo Aguilar.

El paso de Cristo estrenó ayer su parihuela, en madera de pino de Flandes, que alivió el peso de las costaleras. En la calle se vieron los seis zancos abatibles, a la espera de soportar los futuros respiraderos en madera de cedro, que ya se han proyectado.

El sistema para portar la parihuela fue elegido por el cuerpo de costaleras, que vivieron ayer debajo del paso del Señor Resucitado una experiencia que llenó de lágrimas sus ojos. De hecho, uno de los momentos más cofrades de la jornada matinal de ayer lo protagonizaron las costaleras del Señor Resucitado, cuando después de un descanso y a su paso por la tribuna oficial, éstas levantaron a pulso al Cristo, con un silencio absoluto en Bernabé Soriano.

Alegría y color para el tiempo de Gloria
 “¿Por qué van estos nazarenos cada uno de un color?”, preguntaba una niña a su padre antes de que el paso de Jesús en su Gloriosa Resurreción, obra de Rafael Rubio Vernia (1951) cruzara el umbral de la portada principal de la Basílica Menor de San Ildefonso.
 
“Porque representan a cada una de las cofradías de la Semana Santa jienense”, contestaba el padre sin perder un sólo detalle de cómo las costaleras, con el mismo modelo y color de calzado, salvaban el desnivel entre el interior del templo y la calle, donde se agolpaban decenas de fieles.

Es el Domingo de Resurreción, el primero después de la primera luna llena de la Primavera. Es el hecho que da sentido a toda la cristiandad. Cristo, tal y como anunció, ‘reedificó’ de nuevo su templo, tras ser ‘destruido’ por los hombres. Y Jaén, un año más, en un descuido de la lluvia, que tardó en desperazarse ayer, vivió con alegría y devoción la resurrección de Cristo .

Las palmas y ramas de olivo que hace una semana le dieron la bienvenida en su entrada triunfal a la ciudad, las mismas que marchitaron a cada golpe del martillo que aferraba los clavos y la carne al madero, volvieron a florecer para celebrar que, quien yacía entre los muertos, vuelve a andar sobre las aguas.

El desdibujado laberinto de la Reja de la Capilla, sus balcones repletos de geranios y su primitiva puerta gótica, amordazada por el mosaico de la Virgen de la Capilla, arroparon en sus primeros pasos a Jesús Resucitado y a María Santísima de la Victoria.
 
“Esta va por una costalera que hoy está aquí afuera”, dice el fabricano en vez baja a sus costaleras. Tres golpes secos preceden la levantá del paso de María Santísima, que ya no procesiona bajo palio. Es época de Gloria y como tal lo vivieron los jienenses, que tres horas después esperaban a las imágenes en Bernabé Soriano, mirando al cielo y pidiendo que permitiera terminar la procesión prostera de la Semana Santa jienenese.

Y es que todo Jaén se echó a la calle y acompañó a los hermanos del Resucitado en su itinerario, que a pesar de la lluvia intermitente, no varió.La Junta de Gobierno contaba con partes meteorológicos que anunciaban probabilidad de lluvia a partir de la una de la tarde, aproximadamente, y ésta les sorprendió cuando María Santísima de la Victoria pasaba ante la tribuna oficial.

Desde entonces, la Cofradía comenzó a aligerar el paso, manteniendo el itinerario, y disfrutando de la salida procesional y de su vuelta al templo.

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