España registró en 2023 el mínimo histórico de 1,12 hijos por mujer, ligeramente inferior al anterior registro más bajo alcanzado en 1998 (1,13 hijos por mujer), según señala Funcas.
Asimismo, Funcas advierte que si el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba certificando esta estimación provisional, España formará parte del grupo de países de la Unión Europea (UE) cuyos Indicadores sintéticos de fecundidad (ISF) han caído a su mínimo histórico. Dentro de este grupo, también destacan por lo reducido de su cifra Austria (1,23), Bélgica (1,47), Luxemburgo (1,23), Países Bajos (1,43), Suecia (1,45), Finlandia (1,26), Irlanda (1,5) y Lituania (1,18).
La publicación de Funcas, que aborda temas de actualidad a partir del análisis de fuentes estadísticas que permitan dimensionar los problemas sociales y contribuir a la reflexión y al debate público, apunta que, tras el desplome de la fecundidad que se inició en 1977, ya desde 1981 la fecundidad en España se ha mantenido en niveles inferiores al reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer). Es más, agrega que hace décadas que en ningún país de la UE la fecundidad es igual o superior al nivel de reemplazo. Las cifras más altas para 2023 se encuentran en Bulgaria (1,81) y Francia (1,68).
También asegura que la caída acusada de la natalidad también ha llegado a los países nórdicos, antes elogiados por mantener niveles relativamente altos a pesar de ser naciones muy ricas con un control muy avanzado de la mortalidad. Por ejemplo, Suecia, que en la primera década de este siglo alcanzó casi los dos hijos por mujer, se situó en 2023 en el mínimo histórico de 1,45. Finlandia mantuvo niveles cercanos a 1,9 hijos por mujer desde principios de los años noventa hasta 2010, pero también se desplomó a su mínimo histórico de 1,26 en 2023. Dinamarca sigue un patrón similar, aunque su cifra para 2023 (1,5) es superior al mínimo de 1983 (1,3).
En este sentido, Funcas destaca que el descenso de la fecundidad en España y en el resto de Europa forma parte de un proceso global que no afecta solo a los países desarrollados. "La fecundidad cae en todo el mundo y lleva haciéndolo décadas. En pocos lustros, en (casi) todos los países del mundo la fecundidad caerá por debajo del nivel de reemplazo. A escala global, según una investigación publicada en la revista 'The Lancet', el nivel de reemplazo quedaría atrás en 2030, lo que provocaría una disminución de la población mundial", subraya.
En esta misma línea, recalca que durante años los datos han mostrado que los países con un mayor gasto público en este tipo de prestaciones registraban una fecundidad más elevada. Así, apunta que en los países de la UE, la asociación más estrecha entre ambas variables se verificó en 2012. En ese año, España dedicó un 0,73% de su PIB a prestaciones familiares y de infancia, y registró una fecundidad de 1,32.
De acuerdo con las estimaciones de Funcas, elevar la fecundidad hasta 1,5 habría requerido aumentar en 0,8 puntos de PIB el gasto en tales políticas, es decir, doblarlo. Pero ya no es solo que el esfuerzo económico necesario para elevar la fecundidad a través de prestaciones familiares y de infancia sea muy elevado, sino que la relación entre estas y la fecundidad se ha ido diluyendo hasta desaparecer prácticamente.
Igualmente, Funcas indica que, en 2012, se podía pensar que el elevado gasto en prestaciones familiares en Finlandia (3,3% del PIB) contribuía a mantener uno de los índices de fecundidad más altos de la época (1,8 hijos por mujer). Pero en 2022, con un gasto en prestaciones familiares y de infancia que seguía siendo de los más altos de la UE (2,9% del PIB), la fecundidad en Finlandia había caído hasta 1,32 hijos por mujer, una de las más bajas de la región nórdica. En cambio, Dinamarca representa un caso casi opuesto: su gasto en prestaciones se redujo notablemente sin que su fecundidad experimentara una caída proporcional.
"La aparente pérdida de eficacia de los mecanismos tradicionalmente utilizados por otras democracias europeas para aumentar los nacimientos indica el estrechamiento del margen de maniobra para revertir o, cuando menos, detener la tendencia descendente de la fecundidad, y evitar así que esta vuelva a alcanzar nuevos mínimos históricos en los próximos años. Ello hace todavía más necesario tomar conciencia de la crucial importancia de esta cuestión para nuestra sociedad y favorecer su planteamiento público en el marco de un debate sobre el futuro demográfico de España", concluye.