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Superar los traumas con papel: las librerías de Beirut protegen la cultura

El Líbano hace frente ahora a una ofensiva israelí que comenzó hace más de dos semanas con una campaña de bombardeos

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  • Beirut. -

Existe una expresión árabe muy antigua que dice: El Cairo escribe, Beirut publica y Bagdad lee. La cultura siempre ha estado presente en Oriente Medio y en el Líbano, pese a la actual guerra, las librerías siguen con su papel, aunque ahora tienen una nueva misión: ayudar a los lectores a superar sus traumas.

Karim Halabi, uno de los propietarios de la librería Halabi Bookshop, coloca a diario los periódicos en una especie de tendedero entre higueras, que su padre y abuelo plantaron en la década de los 60.

"Dejamos nuestras casas, que estaba ubicada en una zona de alto riesgo. Nos mudamos, pero no hemos dejado de operar", cuenta a EFE desde su librería, que dice que es como su hogar.

Señala que no han cerrado la tienda, al igual que ocurrió en anteriores crisis, ya que además de ser un negocio familiar, cuenta con un equipo de siete miembros de los cuales son también responsables, asevera.

El Líbano hace frente ahora a una ofensiva israelí que comenzó hace más de dos semanas con una campaña de bombardeos que no se habían visto desde 2006, la anterior guerra entre los dos países, a la que ha seguido una invasión del sur del país.

Hasta el momento, más de 2.100 personas han muerto en un año de conflicto en el Líbano, la gran mayoría en las últimas dos semanas, mientras que 1,2 millones han sido forzadas a abandonar sus hogares.

Intentar superar los traumas

En 1958, su abuelo abrió la tienda, ubicada en el distrito de Tariq el Jdideh, en el sur de Beirut y a unos pocos kilómetros de donde tienen lugar los bombardeos israelíes, en la que se combinaban la venta de comestibles con periódicos, libros y revistas, dice, mientras enseña fotografías antiguas de esos momentos.

Dependiendo de la crisis en Líbano, esta librería independiente encontraba una obra que podía ser útil para los clientes.

Ahora, dice Halabi, "nuestra misión es mostrar apoyo. Así que empezamos a poner libros de autoayuda, sobre los sentimientos de los niños (...) todos tenemos traumas y aún no entendemos lo que está pasando".

De ahí surge su próximo proyecto: contar cuentos en escuelas para niños desplazados. Según cifras oficiales, 400.000 de los 1,2 millones que han abandonado sus hogares en el Líbano son menores.

"Nosotros, los libaneses, somos guerreros. Es algo que no se negocia. Hemos vivido muchas guerras, sufrimientos económicos, el covid-19, la explosión (en el puerto) de Beirut. Por desgracia, nos hemos acostumbrado a ello", afirma, pero sigue siendo algo que “les mantiene vivos”.

¿Y si tuviera que elegir un libro para la situación actual? Halabi lo tiene claro: 'Lubnan ida haka' (Si Líbano pudiera hablar), de Said Aql, donde en pocas páginas el autor recorre la historia del país mediterráneo.

Una crisis tras otra

Para Aboude Abu Jaoude Al Fourat, dueño de la librería y empresa editorial Al Furat, leer novelas es la mejor desconexión para no pensar en esta guerra.

"Si la gente lee en la situación actual, probablemente leerá novelas para divertirse y desconectar. Un libro que explique la situación actual no existe", apunta.

En ese sentido, Al Fourat reafirmó que en un mundo de desinformación y redes sociales, los libros continúan siendo la "fuente primaria" para poder entender conflictos como el del Líbano.

Al Fourat lleva casi cinco décadas en este negocio y su empresa editorial fue abierta en el año 2000. Y desde entonces, el Líbano ha sufrido una serie de crisis de las que nunca ha llegado a recuperarse.

"El flujo de trabajo ha disminuido mucho", se lamenta el propietario, que indica que lo último en lo que piensa la gente es en comprar un libro cuando su salario apenas llega a los 50 dólares, en el contexto del colapso de la moneda e inflación disparada.

Por ello, tuvieron que abrir otra sección en la librería, ubicada en el mítico barrio beirutí Hamra, para vender pósters antiguos.

A esto se añade, en la situación actual, que las universidades y los colegios han cerrado, y sólo algunas se mantienen abiertas en línea, por lo que su trabajo también ha disminuido.

"Los libros han dejado de ser un negocio", se lamentó.

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