¿Quires dejar de fumar?
Para dejar de fumar es necesario hacer frente a dos necesidades, la física y la piscológica
Pero si yo me acongojé (léase acojoné, con perdón) cuando supe que el tabaquismo es la principal causa de enfermedad y muerte EVITABLE en nuestro país (50.000 personas mueren al año por su causa).
Cuando fumamos estamos introduciendo en nuestro organismo sustancias que provocan en nuestro cuerpo sensaciones, más o menos placenteras, a corto plazo, pero con unas consecuencias, a medio y largo plazo, muy perjudiciales para la salud. Estas sustancias exigen, una vez acostumbrado nuestro organismo a ellas, unos niveles mínimos para poder seguir “disfrutando” de sus efectos y evitar el síndrome de abstinencia. Para dejar de fumar es necesario hacer frente a dos necesidades: la psicológica y la física. La adicción a la nicotina es más fuerte que la de otras drogas, como la heroína. Esto, junto con la necesidad psicológica debido a la inseguridad en un momento determinado, o la asociación con un momento de relajación, hacen que dejar de fumar cueste. El verano es una fecha ideal para dejar de fumar (cualquier día es bueno). Lo primero que hay que hacer es observarse y anotar la cantidad que fumamos al día para tener una idea de hasta qué punto estamos enganchados. El simple hecho de tomar conciencia de momentos y situaciones en los que uno fuma supone aumentar el autocontrol y, en consecuencia, disminuir el número de cigarrillos.
Tras una fase de toma de datos, hay que pasar al ataque:
Conciénciate al empezar el día. Reflexiona y proponte firmemente no fumar; piensa en lo negativo y en lo positivo .
Quita ceniceros, escóndelos. Lo mismo con cerillas y mecheros.
No compres tabaco. Esconde o tira el que tengas. No lleves nunca tabaco encima, ni lo guardes.
No pidas; no aceptes; no ofrezcas.
Ventila bien las habitaciones.
Lava las cortinas, las sábanas, la ropa, las tapicerías.
Haz ejercicio físico. Ejercicios de respiración. Técnicas de relajación.
Complejo vitamínico de apoyo (Vitamina C especialmente).
Cada vez que tengas ganas de fumar, bebe agua a sorbos, despacio, y piensa que el agua corre por todo tu cuerpo, limpiándolo de nicotina y que te hace sentirte bien, te tranquiliza y desaparece el ansia de fumar.
Alimentación sana y natural. Muchos zumos, frutas, verduras... Dieta “mediterránea”. Evita estimulantes. Dedica tiempo a las comidas, con calma. Importante el apoyo social. Comunica a todos (familiares, amigos, compañeros...) que estás intentando dejar de fumar. No importa que alguien se burle.
¡Venga ya! Que vas a encontrar mil excusas para no dejarlo; pero hace más el que quiere que el que puede.
Cuando fumamos estamos introduciendo en nuestro organismo sustancias que provocan en nuestro cuerpo sensaciones, más o menos placenteras, a corto plazo, pero con unas consecuencias, a medio y largo plazo, muy perjudiciales para la salud. Estas sustancias exigen, una vez acostumbrado nuestro organismo a ellas, unos niveles mínimos para poder seguir “disfrutando” de sus efectos y evitar el síndrome de abstinencia. Para dejar de fumar es necesario hacer frente a dos necesidades: la psicológica y la física. La adicción a la nicotina es más fuerte que la de otras drogas, como la heroína. Esto, junto con la necesidad psicológica debido a la inseguridad en un momento determinado, o la asociación con un momento de relajación, hacen que dejar de fumar cueste. El verano es una fecha ideal para dejar de fumar (cualquier día es bueno). Lo primero que hay que hacer es observarse y anotar la cantidad que fumamos al día para tener una idea de hasta qué punto estamos enganchados. El simple hecho de tomar conciencia de momentos y situaciones en los que uno fuma supone aumentar el autocontrol y, en consecuencia, disminuir el número de cigarrillos.
Tras una fase de toma de datos, hay que pasar al ataque:
Conciénciate al empezar el día. Reflexiona y proponte firmemente no fumar; piensa en lo negativo y en lo positivo .
Quita ceniceros, escóndelos. Lo mismo con cerillas y mecheros.
No compres tabaco. Esconde o tira el que tengas. No lleves nunca tabaco encima, ni lo guardes.
No pidas; no aceptes; no ofrezcas.
Ventila bien las habitaciones.
Lava las cortinas, las sábanas, la ropa, las tapicerías.
Haz ejercicio físico. Ejercicios de respiración. Técnicas de relajación.
Complejo vitamínico de apoyo (Vitamina C especialmente).
Cada vez que tengas ganas de fumar, bebe agua a sorbos, despacio, y piensa que el agua corre por todo tu cuerpo, limpiándolo de nicotina y que te hace sentirte bien, te tranquiliza y desaparece el ansia de fumar.
Alimentación sana y natural. Muchos zumos, frutas, verduras... Dieta “mediterránea”. Evita estimulantes. Dedica tiempo a las comidas, con calma. Importante el apoyo social. Comunica a todos (familiares, amigos, compañeros...) que estás intentando dejar de fumar. No importa que alguien se burle.
¡Venga ya! Que vas a encontrar mil excusas para no dejarlo; pero hace más el que quiere que el que puede.
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