La derrota inesperada ante el hasta entonces colista, Marinaleda dejó un revuelo y cierta preocupación en la afición, que no dudó un instante en protestar y señalar al finalizar el partido en desaprobar todo cuanto tuvo que soportar durante los 93 minutos que duró la oda al despropósito. El tropiezo no fue más que la constatación de lo que ha venido siendo la inercia del equipo a lo largo de los últimos enfrentamientos. La guinda a una crisis que se ha instalado con todas las de la ley en el club de Valdelagrana.
La pequeña gran diferencia fue la predisposición con la que se encaró el choque. Nada que ver con lo que había sido hasta entonces. Nada de intensidad, nada de garra y nada de nada. Esa fue la gota que colmó el vaso ya de por sí lleno de una afición, que ha venido aguantando semana sí y semana también todo cuanto ha visto. Tomo tiene un aguante.
La paciencia tiene sus límites y éstos se sobrepasaron en el peor partido de la temporada. La imagen ofrecida no estuvo a la altura de lo que se esperaba en un choque que se tomaba como el principio de la tan ansiada reacción. Ésta no sólo no llegó, sino que trajo más resquemor y dudas. El nerviosismo se ha asentado en el Cuvillo y con él los frentes se abren de par en par.
Eso en cuanto a lo deportivo, en lo institucional la alarma se encendió porque si hasta entonces la paciente parroquia había alabado todo cuanto había presenciado y había entendido las estrecheces con las que se mueve el club, los incondicionales se sublevaron y dijeron basta. Así no, ese no es el camino a seguir.
Las voces más críticas no dudaron en apostar por la destitución del técnico David Galisteo. Su mirada al suelo, como si buscara en él las respuestas enfilando el túnel de vestuario, fue la imagen de la frustración, de la impotencia y del fiasco.
La situación inmersa en la que se encuentra la entidad no aventura a que se produzcan muchos cambios, de momento. O eso es, al menos, lo que desprende en los movimientos que se vienen sucediendo desde el domingo en el seno del club.
La situación puede tomar, a modo de ejemplo, lo sucedido temporadas anteriores con Javier Manzano. Con un técnico inexperto y una plantilla joven fueron cayendo al fondo de la tabla clasificatoria sin remisión y a la espera de una reacción, que no se produjo hasta el último halo de competición. El sanluqueño era destituido y Javier Zafra, secretario técnico, era el que tomaba las riendas del equipo.
La salvación se consiguió en el último partido ante el Puerto Real. La pasividad y las dudas sembraron la toma de decisión con un ultimátum que sirvió sólo para ganar tiempo. La historia pudiera llegar a repetirse, aunque si hay una desemejanza con lo sucedido hace dos temporadas, es que aún hay que disputar 24 jornadas ligueras.
En aquella ocasión, el calendario apuntaba la jornada 34. Son seis meses los que restan para terminar la Liga, muchas semanas por delante como para que la situación no se aplaque y se mantenga en el tiempo.
Según ha podido saber este medio, la labor de David Galisteo no está cuestionada en el seno del club, hasta el momento, pero sí entiende que el cambio debe llegar cuanto antes. Y debe llegar en las próximas jornadas. Objetivo complicado, al menos, en cuanto a resultados se refiere. El calendario no ayuda (visita a Algeciras para recibir una semana más tarde al Sanluqueño), pero un giro en la imagen sí podría calmar, en parte, el malestar con el que los aficionados saldrían más reforzados.
La tensa calma se mantiene 48 horas después del fatídico partido ante los marinaleños. Los números son claros y fríos; tienen cinco puntos menos que la temporada pasada y dos menos que hace dos campañas. Es por tanto, que este es el peor Racing de los últimos años.
La paciencia ha sido la palabra más utilizada en la resaca liguera, palabra que toma protagonismo y por la que debiera girar todo un proyecto que se empieza a resentir en lo deportivo. Noviembre no suele ser un mes de urgencias, pero la actualidad no entiende de almanaques ni de otras cuestiones que no sean las correctas.
La preocupación es manifiesta y los márgenes en la búsqueda de mejoras también quedan coartados ante la imposibilidad de futuras incorporaciones. Es por tanto, que los que están deben aplicarse más y encontrar el camino idóneo para calmar a una afición que pide soluciones.
Descanso obligado
El factor psicológico jugará ahora una baza fundamental en mantener la calma, por lo que los jugadores no retomarán hasta mañana miércoles la vuelta al trabajo. Dos días de descanso serán suficientes para aplacar ánimos y volver al trabajo con la cabeza fría. Habrá que preparar el choque de El Nuevo Mirador de Algeciras, partido fijado para las cinco de la tarde del domingo.
En la mente de todos estará el derbi disputado en el Cuvillo la temporada pasada y que sirvió como punto final a la Liga, en la que la victoria racinguista y el triunfo del Mairena, imposibilitó que los de La Menacha se metieran en los play off de ascenso.
La pequeña gran diferencia fue la predisposición con la que se encaró el choque. Nada que ver con lo que había sido hasta entonces. Nada de intensidad, nada de garra y nada de nada. Esa fue la gota que colmó el vaso ya de por sí lleno de una afición, que ha venido aguantando semana sí y semana también todo cuanto ha visto. Tomo tiene un aguante.
La paciencia tiene sus límites y éstos se sobrepasaron en el peor partido de la temporada. La imagen ofrecida no estuvo a la altura de lo que se esperaba en un choque que se tomaba como el principio de la tan ansiada reacción. Ésta no sólo no llegó, sino que trajo más resquemor y dudas. El nerviosismo se ha asentado en el Cuvillo y con él los frentes se abren de par en par.
Eso en cuanto a lo deportivo, en lo institucional la alarma se encendió porque si hasta entonces la paciente parroquia había alabado todo cuanto había presenciado y había entendido las estrecheces con las que se mueve el club, los incondicionales se sublevaron y dijeron basta. Así no, ese no es el camino a seguir.
Las voces más críticas no dudaron en apostar por la destitución del técnico David Galisteo. Su mirada al suelo, como si buscara en él las respuestas enfilando el túnel de vestuario, fue la imagen de la frustración, de la impotencia y del fiasco.
La situación inmersa en la que se encuentra la entidad no aventura a que se produzcan muchos cambios, de momento. O eso es, al menos, lo que desprende en los movimientos que se vienen sucediendo desde el domingo en el seno del club.
La situación puede tomar, a modo de ejemplo, lo sucedido temporadas anteriores con Javier Manzano. Con un técnico inexperto y una plantilla joven fueron cayendo al fondo de la tabla clasificatoria sin remisión y a la espera de una reacción, que no se produjo hasta el último halo de competición. El sanluqueño era destituido y Javier Zafra, secretario técnico, era el que tomaba las riendas del equipo.
La salvación se consiguió en el último partido ante el Puerto Real. La pasividad y las dudas sembraron la toma de decisión con un ultimátum que sirvió sólo para ganar tiempo. La historia pudiera llegar a repetirse, aunque si hay una desemejanza con lo sucedido hace dos temporadas, es que aún hay que disputar 24 jornadas ligueras.
En aquella ocasión, el calendario apuntaba la jornada 34. Son seis meses los que restan para terminar la Liga, muchas semanas por delante como para que la situación no se aplaque y se mantenga en el tiempo.
Según ha podido saber este medio, la labor de David Galisteo no está cuestionada en el seno del club, hasta el momento, pero sí entiende que el cambio debe llegar cuanto antes. Y debe llegar en las próximas jornadas. Objetivo complicado, al menos, en cuanto a resultados se refiere. El calendario no ayuda (visita a Algeciras para recibir una semana más tarde al Sanluqueño), pero un giro en la imagen sí podría calmar, en parte, el malestar con el que los aficionados saldrían más reforzados.
La tensa calma se mantiene 48 horas después del fatídico partido ante los marinaleños. Los números son claros y fríos; tienen cinco puntos menos que la temporada pasada y dos menos que hace dos campañas. Es por tanto, que este es el peor Racing de los últimos años.
La paciencia ha sido la palabra más utilizada en la resaca liguera, palabra que toma protagonismo y por la que debiera girar todo un proyecto que se empieza a resentir en lo deportivo. Noviembre no suele ser un mes de urgencias, pero la actualidad no entiende de almanaques ni de otras cuestiones que no sean las correctas.
La preocupación es manifiesta y los márgenes en la búsqueda de mejoras también quedan coartados ante la imposibilidad de futuras incorporaciones. Es por tanto, que los que están deben aplicarse más y encontrar el camino idóneo para calmar a una afición que pide soluciones.
Descanso obligado
El factor psicológico jugará ahora una baza fundamental en mantener la calma, por lo que los jugadores no retomarán hasta mañana miércoles la vuelta al trabajo. Dos días de descanso serán suficientes para aplacar ánimos y volver al trabajo con la cabeza fría. Habrá que preparar el choque de El Nuevo Mirador de Algeciras, partido fijado para las cinco de la tarde del domingo.
En la mente de todos estará el derbi disputado en el Cuvillo la temporada pasada y que sirvió como punto final a la Liga, en la que la victoria racinguista y el triunfo del Mairena, imposibilitó que los de La Menacha se metieran en los play off de ascenso.
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