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Lo que queda del día

Empresas con corazón

La labor solidaria y desinteresada que día a día realizan tantas personas en torno a la Iglesia, o tantas ong´s en lugares de todo el mundo, son la mejor oposición a la crisis de valores de este siglo XXI

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A Pier Paolo Pasolini lo asesinaron en 1975. A día de hoy permanecen ocultos los auténticos motivos y los verdaderos implicados, aunque hay diversas teorías al respecto, fruto de su compromiso intelectual con la realidad, de su obra y, por supuesto, de su condición política -comunista-, sexual -homosexual- y religiosa -ateo-, todo un cocktail explosivo a la vista de cualquier retrógrado recalcitrante, de los muchos a los que le tocó enfrentarse en la Italia de los años sesenta.

Lo curioso -o no- es que dentro de su filmografía se encuentra El Evangelio según San Mateo, dedicada al Papa Juan XXIII y que en 1999 fue reconocida por el Vaticano como una de las mejores películas sobre la figura de Jesucristo, sin olvidar el peso de la religión dentro de su obra -era un “religioso ateo”, lo definieron- como parte de la cultura e identidad de los pueblos.

Ayer, cuando el obispo José Mazuelos hacía referencia en un acto a las palabras del Papa Benedicto XVI sobre la crisis de valores a la que ha conducido la crisis económica actual, fue inevitable recurrir asimismo a las advertencias del ateo Pasolini contra la “ideología hedonista” y nuestra “responsabilidad civil, cultural y personal en este mundo de consumismo salvaje globalizado”, dentro de una línea de pensamiento -también marxista, por supuesto- en la que siempre criticó “la muerte de la espiritualidad a manos del capitalismo”.

La muerte, en todo caso, cobra en esa frase un sentido simbólico que, afortunadamente, no ha llegado a materializarse en toda la dimensión profética del artista italiano, aunque suponga por sí misma una alerta, la aceptación de una realidad arrolladora, pero que tampoco ensombrece la labor solidaria y desinteresada que día a día realizan tantas personas en torno a la Iglesia, o tantas ong´s en lugares de todo el mundo.

La reflexión del obispo, por ejemplo, surgió en un acto de Cáritas parroquial en el que se celebraba la existencia en Jerez de “empresas con corazón”, implicadas, en función de sus posibilidades, en la labor social que se predica en la Diócesis en favor de los más necesitados. Puede que el consumismo se haya infiltrado en la espiritualidad del siglo XXI, pero no con la fuerza como para derribarla, porque eso supondría también derribar nuestros corazones.

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