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No abandones a las plantas

Sobre el uso y los beneficios de las infusiones de plantas

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  • Muchas son las formas de uso frecuente de la fitoterapia regional, aquélla que no debe perderse nunca, que debemos legar en el futuro
Con el título de hoy, pretendo rescatar y avivar, el uso de aquellas infusiones que tantas veces nuestras abuelas y abuelos nos daban para tantas y tantas molestias, y antes que ellas, miles de años incluso, el hombre utilizaba para remediar pequeños y grandes males. No olvidemos nunca que en el gran jardín del mundo existe una plantita para cada uno de los desequilibrios que lo afligen. Por desgracia, no se conocen todas las especies de plantas que surcan el ancho y vástago planeta azul de punta a punta (al menos las que quedan). No hay frío sin calor, ni se descubrió el fuego sin que existiera el agua, ni la humedad sin la tierra. Existen conocimientos heredados sólo por unos pocos, que guardándose de la mano del hombre, pasan de padres a hijos, en el más estricto silencio. Continuando con lo que hoy nos acontece, existen en la actualidad métodos de consumir las plantas de manera muy cómoda y eficaz, pero no debe perderse el uso de la “planta pura”, en su estado natal. Infusiones, cocimientos o tisanas, cocidos, cataplasmas… Muchas son las formas de uso frecuente de la fitoterapia regional, aquélla que no debe perderse nunca, que aquellos que podamos, queramos y bien intencionadamente, leguemos a los que nos sucedan.
Muchos son los pueblos y culturas que mantienen el rito de utilizar plantas medicinales en las quejas habituales y menos habituales que les demanda el pueblo. Es por eso, que en este día, pondremos toda la intención en ello, para que cuando ese niño/a pequeño tenga dolor de barriga, le preparemos una infusión de Hierba Luisa, o cuando el bebé llore porque retiene gases en su cuerpo, le dispongamos unas estrellas de anís estrellado. O que cuando alguien se lleve un golpe y éste le produzca hinchazón, dolor y le cause un hematoma, le apliquemos una cataplasma de Árnica Montana.
Herbolario-Drago@hotmail.com 


Aprender a comer bien 
Se nota mejoría

¿Qué diferencia existe entre infusión y tisana? ¿Cómo deben prepararse? Lo primero es saber qué les caracteriza. Si tuviésemos que partir un cacahuete con los dedos para obtener su fruto, lo más probable es que ejerciéramos una suave presión para partirlo, ¿no es así? ¿Y si tuviésemos que partir un coco? ¿Podríamos partirlo con los dedos? Lo más seguro, es que no. Recurriríamos a un martillo o semejante. Os preguntaréis porque digo esto, que en apariencia parece no tener nada que ver, pero sólo en apariencia. Si en vez de un cacahuete quisiéramos “partir un puñado de manzanilla… ¿cuál sería nuestro dedo? El agua hirviendo, al cual añadiríamos la manzanilla y dejaríamos reposar aparte y tapada durante dos o tres minutos. ¿Y si quisiéramos partir una raíz de sauce? ¿Cuál sería el martillo? El agua fría antes de que hierva, a la cual añadimos la corteza de sauce y dejamos tres o cuatro minutos cuando hierva, aún en el fuego, y apartamos tapándola, cinco minutos. No todos los cocos y cacahuetes se parten de la misma manera, por esosiempre, consultad al naturópata. 

Hoy hablamos de... Infusiones y tisanas 
Bien conocida es la preparación de plantas medicinales dentro de cualquier cocina andaluza. Aunque algunas brillan por sí solas. El tomillo, la eterna amiga manzanilla, la pequeña hierba Luisa, la fresca hierba-buena… Y otros que por su adopción tan añeja, forman parte de nuestra gran familia verde, aunque muchas de las plantas que tan comúnmente usamos, hemos usado, y espero que sigamos usando, han sido donadas por otras culturas anteriores. El eucalipto, por ejemplo, es un árbol oriundo del continente australiano, pero que se adaptó perfectamente a nuestro clima. Incluso de países tan lejanos como Japón nos han llegado vecinos milenarios, caso del gran Ginkgo Biloba, que adorna magnánimo el austero parque del Retiro. Los tés forman otra gran base terapeútica muy arraigada en nuestra tierra. Gracias a muchos aventureros podemos disfrutar en la mesa del té negro con un poco de clavo y cáscara de limón, receta que mi abuela transmitió a mi paladar y a mi salud.

Desde la montaña
Todo esto que ves delante de ti, forma parte de tu sangre. La costa, el viento, el mar, el aire que respiras, el verde de la montaña, la música que suena en la taberna… todo hijo, todo, decía Bradan a su hijo Aedan. Cada nota prohibida que sale de esas gaitas que oyes en la lejanía, formarán parte de tu legado, nunca debes olvidar eso. ¿Acaso me servirán de algo padre?, preguntó Aedan. ¡Por supuesto!, respondió Bredan orgulloso. El agua siempre cae hacia abajo hijo mío, sabe su camino, sabe que es agua. ¿Acaso has visto al águila correr como un caballo? Sabe que es ave, que pertenece al cielo y a la montaña, sabe de dónde es, y a donde pertenece. Su majestuosidad no es por casualidad hijo mío, recuérdalo. Si deseas ser alguien completo, comienza por forjar tus cimientos en la tierra a la que perteneces, la que te conoce, la que compacta tus raíces y las hace suyas, la que las alimenta con el agua que cae. Sé águila, y vuela, pero no olvides que el cielo es tu lugar.


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