Llevaba años sin vivir la experiencia de esperar junto a la iglesia de San Lucas para encontrarme con el Señor de la Salud en sus Tres Caídas.
Al abrigo de los viejos muros de la calle que lleva su nombre e incluso de ese callejón que también conoce de largas esperas de quienes ansían un plato de comida caliente en El Salvador. Allí estaba la masa abigarrada, un año más, convocada por el Nazareno que parece querer levantarse.
No pasó la espera del cuarto de hora. Estas colas suelen moverse con cierta celeridad, como aquellas en las se ofrece el pésame a los deudos o como esas otras a las que se acude para confirmar que se sigue deseando un puesto de trabajo.
Había mujeres mayores, pero también chicas jóvenes. Hombres maduros, y otros adolescentes. Familias enteras. Solitarios en busca del encuentro con el Señor. Gente bien, y de condición humilde. Unos entraban, y otros salían. Y así, 24 horas... ¿Por qué? La pregunta tiene tantas respuestas como peregrinos recibe la iglesia de San Lucas cada primer viernes de marzo.
Nadie se ha encargado de movilizarlos. Todos tienen claro dónde deben estar ese día. Es ahí donde radica el gran misterio. Hace apenas unas semanas, las centrales sindicales organizaban una manifestación en defensa del empleo que se pretendió fuera multitudinaria y a la que apenas acudieron mil personas. ¿Cuánta gente esperó el viernes en la cola del Señor de la Salud?
La reordenación del tráfico en la calle Porvera ha consumido ríos de tinta en los medios de comunicación. Se han organizado varias manifestaciones exigiendo la vuelta a la situación anterior. La más exitosa reunió a trescientos jerezanos. ¿Cuánta gente esperó el viernes en la cola del Señor de la Salud?
Dicen, y es posible que sea cierto, que la sociedad del siglo XXI es apática y de frágil compromiso. ¿Son extraterrestres quizá quienes integraron la cola? “A los sitios no va nadie como no haya copas y tapitas”. ¿Acaso se ofreció un ágape a los miles de jerezanos que el viernes besaron las pies del Señor de la Salud?
Llevaba años sin vivir la experiencia. De veras me entusiasmó. Donde hay verdad no hay crisis. Y en San Lucas debe haber sinceridad, certeza y autenticidad a partes iguales.
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