Desde el pasado viernes y hasta el próximo domingo, los londinenses pueden degustar una gran variedad de productos gastronómicos andaluces en la tienda de Brindisa en Borough Market o en cualquiera de los restaurantes de Brindisa: Tapas Brindisa London Bridge, Casa Brindisa, Tapas Brindisa Soho y Tramontana Brindisa.
Jamón ibérico de bellota, atún encebollado, croquetas de jamón, berenjenas fritas… serán algunos de los platos elegidos para promocionar la gastronomía andaluza como referente turístico de nuestro destino.
Y es que la alimentación mediterránea está de moda. Productos básicos como las hortalizas, frutas, pescados y el aceite de oliva virgen se han convertido en un aliciente importante en la cocina andaluza, empezando por las más conocida: el gazpacho. Esta sopa fría, de gran valor alimenticio y fácil preparación, se elabora a base de tomate, pepino, pimiento, ajo, aceite y vinagre. Dependiendo de la zona y de la distinta combinación de ingredientes, presenta diversas variedades, como el salmorejo, la porra y el ajoblanco.
La gastronomía andaluza basa sus platos en las materias primas de su región, pudiendo degustar platos de pescado en las provincias costeras y platos de carne en las de interior.
La enorme variedad de frutas está presente en todos ellos, quizás la única diferencia sea el toque personal que cada pueblo otorga a sus platos típicos.
La gastronomía andaluza tiene profundas huellas de la cocina árabe de al-Ándalus. Su refinamiento transformó muchas costumbres.
Fueron los andaluces los que crearon la sala de comer o comedor y el actual orden de servicio de los platos, entre otras aportaciones.
Los guisos de caza mayor, los potajes de legumbres y verduras, las chacinas y el pescado frito y guisado completan la esencia de la gastronomía andaluza, que tiene su colofón en una gran variedad de frutas y dulces.
En la repostería de la región se dan cita dos poderosas señas de identidad: la influencia árabe y la impronta de la religiosidad. Muchos de los dulces andaluces han sido ideados -y aún se elaboran- en conventos y congregaciones religiosas, de ahí nombres como cabello de ángel, suspiros de monja, huesos de santo o tocino de cielo.