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La comisión que no investigó

El enfado originado por el desenlace unilateral de la comisión sobre espionajes y seguimientos en el PP de Madrid ha tenido su mayor efecto por el boicot que socialistas e IU declararon a las actividades que pueda organizar Esperanza Aguirre...

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El enfado originado por el desenlace unilateral de la comisión sobre espionajes y seguimientos en el PP de Madrid ha tenido su mayor efecto por el boicot que socialistas e IU declararon a las actividades que pueda organizar Esperanza Aguirre, empezando por el homenaje a las víctimas del 11-M. Un boicot que ha suscitado un rechazo muy amplio. Pero de la comisión de investigación, a la que se dio carpetazo en cuatro días y que no ha permitido que declaran los espiados, generalmente hostiles a Aguirre, nada más se podrá deducir a la espera de unas conclusiones que serán las que elabore y firme exclusivamente el PP, y que contradirán las opiniones de los dos partidos opositores.

Definitivamente, es improbable que pueda haber entendimiento con la oposición en una cámara, la madrileña, con un férreo control de la presidenta y sus afines, declaradamente hostiles y beligerantes a los procedimientos de la señora Aguirre. La comisión ha terminado sus trabajos con una intervención en la que el consejero Granados llamó mentiroso a su antecesor en el mismo cargo de consejero de Justicia, Alfredo Prada, y a su también antecesor en el cargo, éste con Gallardón, Pedro Calvo...

¿Tuvo razón de ser esa comisión investigadora? Valdrá la pena recordar que, a la vista de las informaciones periodísticas que se producen, el propio PP anuncia, en voz de Rajoy y de Cospedal, que llegará al fondo de la cuestión y caerá quien sea responsable de esas prácticas indecorosas. Cospedal incluso se da unos días para terminar de elaborar su propio informe y se ve interrumpido por la iniciativa de Esperanza Aguirre de permitir una comisión investigadora en su asamblea. Cospedal se olvida de su propia investigación, para la que estaba reuniendo testimonios de unos y otros y se declara a la espera de los resultados que aportará esa comisión del Legislativo madrileño.

¿Y ahora, qué? Porque no parece que a la propia dirección del PP pueda complacer el resultado de los mismos sobre los que se ha venido sospechando: Aguirre, González y Granados, esencialmente, y aunque alguno de ellos haya sido espiado por sus contrarios. Y sobre todo, queda en la oscuridad el caso de los empresarios favorecidos por el vicepresidente González, alguno de los cuales viajó incluso con él a Colombia y África del Sur, y se sospecha que le habría pagado el costoso viaje. De eso no volvió a saberse nada. Tampoco, del fastuoso edificio que se construye Granados... La cuestión es si ahora Rajoy y Cospedal reanudarán su compromiso a llegar hasta el final en esta historia, o la cerrarán para no dar más material a los opositores, ya muy entretenidos con las alcaldías de Pozuelo, Majadahonda, Arganda, o la Comunidad Valenciana.

Hoy se cuenta que el ya muy famoso Francisco Correa, el principal implicado en el caso Gürtel, regaló un jaguar a Jesús Sepúlveda, cuando éste, ahora dimitido en la Alcaldía de Pozuelo, era senador del PP por Murcia y ejercía el cargo de secretario nacional del Área electoral con Aznar. Sepúlveda, por cierto, sigue declarándose plenamente inocente de las sospechas que recaen sobre él, tras haberse visto forzado a dimitir de la Alcaldía de Pozuelo, pero siguiendo como concejal de la misma localidad. ¿Qué opinará sobre todos estos lances en su propio partido el alcalde Gallardón, que conoce bien a cada uno de los personajes del drama? ¿Conseguirá que Mariano Rajoy, en pleno uso de sus facultades y de su liderazgo, tenga el atrevimiento de entrar en el territorio de su baronesa Esperanza Aguirre? Es altamente dudoso que lo haga.

Rajoy quiere paz y sosiego, la que le acaba de aportar su escasa y sin embargo importantísima victoria en Galicia –con un escaño más ha recuperado el gobierno que había perdido Fraga por la conjunción de socialistas y nacionalistas–.

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