La clase política como no tiene mucho que hacer se ha dedicado a acusarse unos a otros de sufrir algún tipo de alteración síquica...
La clase política como no tiene mucho que hacer se ha dedicado a acusarse unos a otros de sufrir algún tipo de alteración síquica. Así la vicepresidenta del Gobierno Mª Teresa Fernández de la Vega acusaba en las Cortes a Rajoy de padecer el síndrome de don Pelayo. O en otras palabras, que el líder del PP soñaba reconquistar España desde Galicia y con ese afán de ganar las próximas elecciones generales e instalarse de nuevo en la Moncloa se parecía al caudillo astur que había iniciado la reconquista de la Península Ibérica, invadida por los musulmanes.
A esta afirmación de María Teresa Fernández sobre el padecimiento de un posible síndrome, la oposición popular liderada por Soraya Sáenz de Santamaría perdió una magnífica ocasión de contestarle aquello que de síndrome a síndrome, es posible que Rajoy padeciera el de don Pelayo, pero ZP padece el de Boabdil, ese monarca enredador y conspirador que no supo defender el reino de Granada.
A la biografía del último rey nazarí, echemos una mirada de soslayo. La pérdida de Granada por Boabdil se debe a sus continuas intrigas contra gran parte de su familia. Conspiró contra su padre (Muley Hadsan), también se enemistó con su tío el Zagal y la única aliada que tuvo fue la reina madre Fátima. Su debilidad militar fue aprovechada por los Reyes Católicos para sitiarlo, el cerco le sobrevino con un exceso de población por lo que se encontró con la falta de alimentos, la aparición de epidemias y sobre todo con las divisiones internas de los sitiados, unos se mostraban partidarios de la rendición y otros de continuar la lucha. Tal eran las controversias que los ejércitos cristianos precipitaron su entrada para evitar una masacre en el interior de la ciudad. El cuadro de Francisco de Padilla perteneciente al romanticismo histórico recoge la imagen de la rendición escenificada de la entrega de las llaves de Granada a los Reyes Católicos por Boabdil.
Hay cierta similitud entre ZP y nuestro Boabdil. El presidente se está quedando sin aliados, los partidos nacionalistas que le han apoyado se encuentran con que sufren desastres electorales o no se fían de él. Del cerco a sus rivales del PP se encuentra con que el sitiado es él. Va retrocediendo en las confrontaciones electorales e incluso cuando gana, se encuentra con que la victoria del País Vasco le produce más problemas que soluciones. La crisis como las epidemias que asolaban a Boabdil corroe los cimientos de su popularidad. Le queda la batalla crucial de las europeas que si las pierde, puede perder también las llaves de su gobierno en las municipales y generales.