La vida es una continua búsqueda de la felicidad en la que entre gustos y disgustos, hieles y almíbares, en nuestros andares y caminos por los diferentes espacios y tiempos, y probando y aprendiendo en los distintos patios por los que pasamos intentamos encontrar el gorro adecuado a cada una de nuestras cabezas en cada momento, mientras que entre pitos y flautas, escribimos las partituras de nuestros conciertos diarios.
Y sin apenas pretenderlo he utilizado como recurso literario los nombres de mis seis libros en este primer párrafo, pero no es que lo intentara sino que han brotado espontáneamente como las flores del campo en primavera, son como eso momentos únicos, esas cosas increíbles o esas casas que amenazan ruina.
En la defensa de nuestra identidad e intimidad, no debemos consentir que nadie nos atosigue ni invada nuestro espacio, con el objetivo de entrometerse en nuestras vidas o situarse por encima de nosotros queriendo asaltar los cielos y cayéndose a los suelos.
Debemos saber elegir la hora de pasar de las palabras a los hechos, de los discursos a la toma de decisiones, de no echarle las culpas a las sorpresas y los imprevistos, de predicar con el ejemplo en lugar de dar lecciones, de tomar distancia y comprender.
Hay gente que van de genios sin haber inventado ni aportado nada, entre rojos y azules, fríos y calores, abrigos y bañadores , pudores y vergüenzas, poderes y servidumbres, son figurantes de su propia película y extras donde deberían ser protagonistas.
Por mucho que nos creamos que sabemos, casi nunca somos capaces de resolver las incógnitas de nuestras vidas, sin ser estrellas ni elegantes, sin lágrimas ni suspiros, sin queremos ni podemos, sin botas ni cascos, sin vidas ni muertes.
Hay quienes, en medio del revuelo, piensan que resistir es vencer y quienes sostienen que dimitir es ganar, quienes entre marasmos y desganas son capaces de vivir momentos de pasión o aquellos otros que necesitan en todos sus actuaciones un toque lúdico y divertido a pesar de su responsabilidad.
Son tiempos duros y no nos conviene despistarnos, ni perdernos entre egoísmos, mezquindades y codicias sin encontrar el rumbo, sabiendo cambiar la estrategia y encontrar nuestras metas, sin olvidar que no todo es válido ni nos sirve para algo.
No debemos dejar de tener presente que todo ganador tiene sus cicatrices, que hemos de huir de clichés y convencionalismos y aprovechar las ocasiones con generosidad e inteligencia y que una simple mirada a la realidad es suficiente para darnos cuenta que sobran problemas y faltan líderes con discursos y soluciones
A veces el destino favorece nuestros deseos de forma inesperada y tiende a quitarnos algo de comodidad e incluso en el peor de los casos a intentar eliminarnos de las estadísticas, y entre sueños y despertares, rezos y plegarias, consignas y gritos de libertad, vamos en busca de nuestra dignidad de seres humanos.
Entres gustos y disgustos nos alegran las voces de los niños y nos entristecen los lamentos de los viejos, nos irritan los cinismos de los ricos y nos conmueven las sinceridades de los pobres, quitamos los velos y nos desnudamos ante el mundo, mostrando lo más auténtico de nosotros mismos.