Nuestra presentación y representación a lo largo de nuestras vidas, están llenas de sensateces y disparates. Como los primeros suelen ser aburridos y es lo que nos exige el guión, si ustedes no tienen inconveniente, voy a dedicar esta reflexión a modo de artículo a los segundos.
Muchas detectamos que algo está fallando en nosotros y que debemos ponerle remedio, que el entorno nos manda mensajes y avisos para evitar malentendidos y tomar perspectiva, para que la insatisfacción no nos haga ver mediocridad donde tal vez haya normalidad.
Resulta terapéutico desconectar y salir de la rutina, y armándonos de valentía y superando la cobardía, aprender a dominar las claves que nos aportan calidad de vida., tomando nota de nuestros errores y actuando con más humildad y eficacia
Nos instalamos más en los desmanes cuando optamos por ser molestos en lugar de amables, cuando estamos en una permanente pelea con nosotros mismos, utilizamos los insultos en lugar de los argumentos, y las groserías a los buenos modales.
Debemos empeñarnos en observar y estar pendientes de todo tipo de actitudes, entre ataques y defensas, timadores y timados, fonaciones y afinaciones, solos o acompañados, sabiendo vivir el placer de ser y existir, no tratando de juzgar a nadie y procurando transmitir confianza.
Entre amigos casuales y enemigos habituales, debemos procurar abrir nuestro mundo a experiencias nuevas, ya que ser negativo no nos ayuda a avanzar y entrar en la vorágine de los rumores solo nos trae problemas y complicaciones.
Es conveniente, más allá de las armas, de las bombas, los disparos y las explosiones, están las palabras y las actuaciones, los debates y los diálogos. Entre paraísos e infiernos, debemos ampliar nuestras miradas y admitir que existe la visión del otro.
Aprendemos con el tiempo que la fortuna o la desgracia nos sorprende cuando menos lo esperamos y lo positivo encierra lo negativo y lo que consideramos desastroso alberga alguna excelencia. Tal vez porque en ocasiones, entre amores y corajes, intentamos hacer afirmaciones y definiciones innecesarias.
Aprendemos con el tiempo, la diferencia clara entre el juego limpio y las trampas. Cada cual tiene su historia y somos conscientes de que podemos ser protagonistas o esclavos de la misma... Nuestras vivencias y deseos nos llevan a disfrutar de los momentos buenos y a renunciar a los malos.
Casi siempre hay una moneda cotidiana de cambio, entre la gloria, el poder y la riqueza vamos descubriendo que bajo los mensajes subliminales se suele esconder una valiosa información aunque tengamos que cambiar el chip y centrarnos en otras cosas.
Nos empeñamos en mirar hacia el pasado y no ilusionarnos con el futuro, y se nos pasa el tiempo entre afectos y efectos, encendidos y apagados, novedades y originalidades, encantos y prestancias, aceptaciones y fanatismos, disecciones e intersecciones, satisfechos y sonrientes, bondades y maldades.
Derrochamos mucho esfuerzo entre guerras inventadas y paces simuladas, mendigos opulentos y ricos miserables, inocentes culpables y condenados sin delito cometido, miradas llenas de amor y cegueras repletas de sonrisas. Todos los populismos tienen un problema con la honestidad. Entre sus apóstoles y sus discípulos, brillan su ausencia la coherencia y la decencia.