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Jueves 09/05/2024  

¿Quo vadis Italia?

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Roberto Saviano:
¿Y una nacion como ésta, dice que los emigrantes traen criminalidad?
Hay mafias de extranjeros. Y tienen fuerza. Pero son aliadas de las de aquí.
    Estas llamadas de atención provienen del conocido autor del libro Gomorra, el cual ha sido llevado al cine con indudable éxito. Saviano, que permanece constantemente custodiado por miedo a que la camorra napolitana lo asesine, se indigna ante la postura del  Parlamento italiano, que recientemente ha endurecido las medidas legales contra la inmigración irregular.
    Cito un conocido diario español:  A iniciativa del Gobierno de Silvio Berlusconi, toda entrada o estancia ilegal en el territorio nacional se convierte en un delito y se fijan penas de prisión para los que alberguen a inmigrantes en situación irregular. También se amplían los plazos de retención de los extranjeros a la espera de expulsión; y se prohíbe a los inmigrantes sin permiso de residencia la realización de cualquier gestión administrativa.


    ¿Quo vadis Italia?
Tú que fuístes la  cuna del renacimiento, que con tu ideal antropocéntrico (concepto de la posición y el valor del hombre en el mundo), marcastes el paso del mundo medieval al mundo moderno.
    Sería conveniente que todos aquellos cuya inteligencia ha sido secuestrada, que adoran al Cavaliere, que los adoctrina a través del control que ejerce tanto la Prensa como la Televisión, se detuvieran unos instantes, para leer este documento que reproducimos a continuación. Tal vez si les queda algo de dignidad y vergüenza recapaciten y se unan a Giorgio Napolitano, el viejo Presidente de la República Italiana, en  reprobar públicamente estas medidas, que el ha definido como "retórica pública con acentos de xenofobia".
    No les gusta el agua, muchos de ellos apestan pues visten la misma ropa durante muchas semanas. Construyen chabolas de madera en los arrabales de las ciudades donde viven, cerca los unos de los otros.
    Cuando logran acercarse al centro pagan alquileres caros, por pisos que se vienen abajo. Suelen aparecer dos a la vez, buscando una habitación con uso de cocina. Después de algunos días se convierten en cuatro, seis, diez.

Entre ellos hablan idiomas incomprensibles, probablemente antiguos dialectos.
    Muchos niños son utilizados para pedir limosna, pero a menudo delante de las Iglesias, mujeres vestidas de negro y hombres casi siempre ancianos, invocan piedad, con tonos lamentosos y petulantes.
    Tienen muchos hijos a los que mantienen con dificultades y están bastante unidos entre ellos.
Dicen que se dedican a robar, y se le obstaculiza se tornan violentos.

    Nuestras mujeres los evitan, no solo porque son poco atractivos y salvajes, sino porque se ha difundido la voz de algunas violaciones consumadas después de una emboscada, en las calles de los barrios periféricos, cuando las mujeres vuelven de trabajar.

    Nuestros gobernantes han abierto demasiado las fronteras pero, sobre todo no han sabido seleccionar entre aquellos que entran en nuestro país para trabajar, y los que piensan vivir de expedientes o de actividades criminales.

    Propongo que se privilegien a los venecianos y lombardos, lentos para comprender e ignorantes, pero más dispuestos que los demás a trabajar.

    Se adaptan a alojamientos que los americanos rechazan, con tal de que las familias permanezcan unidas y no protestan por el salario.

    Los otros, a los que se refiere la mayor parte de esta ponencia, provienen del sur de Italia. Os invito a controlar los documentos que indican de donde vienen y a repatriar a los más posibles.
    Nuestra seguridad tiene que ser nuestra primera preocupación.

Relación de la inspección para la inmigración del congreso americano. Sobre los emigrantes italianos en los estados unidos, octubre 1912.

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