"Femenina, sensual y urbana", así define Roberto Torretta su nueva colección, en la que fusiona la tradición de la alta costura con la modernidad, un atractivo matrimonio que siempre ha estado presente a lo largo de su carrera, veinte años dedicado a la moda y, con el de este domingo, cuarenta desfiles en Madrid Fashion Week.
"Veinte años no es nada, pero es toda una vida", explica a Efe Roberto Torretta que celebra sus 20 años en la moda y su desfile número 40, vive un momento emotivo y especial, "pero sin caer en la nostalgia, siempre miro al futuro".
La única licencia al pasado que se ha permitido es un guiño a la estética de David Bowie con tres diseños cuajados de lentejuelas negra y marrones, una maridaje que invita a bailar.
Este diseñador, que desde hace tres años delega parte del trabajo en su hija María, renuncia a los pantalones pitillo y apuesta por el pantalón ancho con tejidos masculinas, unas maravillosas lanas cocidas que también utiliza en vestidos.
Por primera vez, Torretta da volumen a las mangas, un ejercicio que le permite coser prendas muy entalladas en la cintura. "Me gusta dejar la cintura en su sitio", puntualiza el diseñador que, además de optar por una silueta superfemenina también incluye patrones masculinos con prendas "oversize".
Sobresalen algunas piezas con la solapa "deconstruida" a modo de bufanda, una nueva versión de cuello que brinda una elegante versatilidad a monos y chaquetas americanas, así como un vestido-parka de napa azul acabada con un guiño deportivo, un trabajo de buen gusto.
De repente, sobre la pasarela un minivestido corto blanco de corte romántico que ofrece comodidad a la par que coquetería, "me encanta la minifalda y me gusta incluir prendas cómodas y femeninas como trajes de chaqueta", dice el diseñador, que con esta colección puede presumir de excelencia.
En un idílico hotel de alta montaña arranca la brillante colección de Andres Sardá, en la que el encaje de chantilly de alta costura es el tejido básico.
El lujo de un hotel de cinco estrellas es el punto de partida de una colección especial que ha inaugurado Bibiana Fernández, "metiéndose en el papel de una mega clienta que llega al hotel", cuenta Nuria Sardá, responsable de la firma, quien ha contado con la colaboración de Elena Benarroch para la creación de un fabuloso abrigo de visón blanco.
Sobre la pasarela apabulla una lencería de líneas contundentes y definidas con contrastes gráficos, lentejuelas reversibles y tul bordado sobre un tul invisible a modo de tatuaje, una oda al lujo, a la sofisticación y a la sensualidad, más cuando aparece en escena un body-vestido que recordaba la estética de los años 20.
Coulottes altas, conjuntos de braga y sujetador, ligas, corsés entallados y bodys son algunas de las piezas de lencería que se han realizado con cristales de Swarovski y divertidas e insinuantes cadenas doradas colocadas en lugares estratégicos.
Más urbana y terrenal es la colección de Ulises Mérida, encargado de abrir la cuarta jornada de la pasarela madrileña, que presenta una colección inspirada en sus orígenes. "He querido rendir un homenaje a las mujeres de mi familia, a mi tierra, Toledo", cuenta.
Y para ello, ha hecho un importante ejercicio de recuerdo en el que está presente el pañuelo negro anudado a la cabeza de sus abuelas que este domingo ha traducido en un importante vestido negro con lazada en el pecho.
En su colección no se han visto tantos vestidos como en otras ocasiones, Ulises Mérida ha querido dar protagonismo a los pantalones y las blusas que adornaba con bordados y orfebrería artesana de Toledo.
Pero sí recuperó el vestido para cerrar el desfile con tres poderosos modelos confeccionados en organza, salvo uno que era una pieza única, "el refajo de mi bisabuela Bernabea", un paño amarillo con un fabulosa greca negra.
Maya Hansen da un giro de 360 grados y trae a la pasarela madrileña una colección de lujo para un mercado árabe. Son prendas más largas, con más volumen y con tejidos brillantes, en las que también está presente su esencia, el corsé, que ha revisado para facilitar su vestir.