Otro ejemplo más de que la teoría y la práctica pocas veces tienen algo que ver, nos lo manifiesta la Concejalía de Seguridad (extinta de Policía Local), que más allá del cambio de nombre, sigue ofreciendo las mismas dudas que antaño, al menos en cuanto a las denuncias a las que su normal funcionamiento se refiere.
Las duras declaraciones del sindicato policial así lo dejan a las claras. Que los propios Policías, los que deben salvaguardarnos, hablen abiertamente de “enchufismo” y de malas praxis en su gestión, ni dejan de sorprender por lo reiterativo de la cuestión, como tampoco por ser una de las Áreas que más críticas han recibido legislatura tras legislatura.
Ahora toca desde el Gobierno actuar y solucionar los que en su día señalaron en la oposición. Cuestión aparte merece la idoneidad o no de su concejal, Ángel González, el más joven de todos los ediles. La propia asociación, que en su día aplaudió como buena su designación, lo pone ahora en duda.
Su nombramiento, entonces, ya generó ciertas desconfianzas ante la previsibilidad de administrar con soltura los problemas que viene arrastrando desde hace años.
La “arrogancia y prepotencia”, que ellos mismos aseguran tener éste en su gestión, tampoco ayudan a encontrar el escenario perfecto para subsanar unas deficiencias que, parece, siguen sin corregirse.
