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Tratamientos combinados

En el pasado se creía que la psicología y las medicinas eran estrategias incompatibles entre sí, por lo que no podían utilizarse conjuntamente en los tratamientos a los enfermos. Sin embargo muchos trastornos se tratan ya habitualmente en la práctica clínica mediante una combinación de fármacos y de

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Una encuesta indica que el cincuenta y cinco por ciento de los pacientes reciben medicinas y psicoterapia en su tratamiento. Esta estrategia integradora supone un excelente ejemplo de la perspectiva biopsicosocial, que describe perfectamente la perspectiva contemporánea sobre el tratamiento de los trastornos mentales.
Las medicinas pueden combinarse con una amplia gama de terapias psicológicas. En algunos casos, pueden ayudar a los pacientes a beneficiarse más profundamente de la psicoterapia, y pueden servir para disminuir conductas incompatibles con la terapia. En otros casos, puede que convenga el uso de terapia con la familia del paciente, como ocurre por ejemplo en la intervención psicosocial con la familia de esquizofrénicos, orientada a disminuir la expresión emocional de los familiares para reducir las tasas de recaída de los pacientes. En general, hay razones para mostrarse optimistas a la combinación de fármacos y terapia psicosocial, especialmente en los trastornos más graves como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, aunque generalmente en estos casos la psicoterapia no puede empezar a utilizarse hasta que haya empezado a remitir el episodio psicótico.
Además de que los pacientes se benefician de estos tratamientos combinados, la investigación sugiere que también hay beneficios clínicos, especialmente, como hemos comentado, para los pacientes con trastornos más graves. Por ejemplo, un investigador llamado Keller y sus colaboradores compararon la evolución de quinientos diecinueve pacientes con depresión que habían sido tratados con un antidepresivo (nefazodone), con psicoterapia (cognitivo-conductual), o con una combinación de ambos. En la condición de sólo medicina, el cincuenta y cinco por ciento de los pacientes evolucionó adecuadamente. En la condición de sólo psicoterapia, lo hizo el cincuenta y dos por ciento de los pacientes. Sin embargo, los pacientes que habían recibido una combinación de ambos tratamientos evolucionaron todavía mejor, con una tasa de respuesta positiva del ochenta y cinco por ciento.
Es posible que la eficacia del tratamiento combinado se deba a que ambas estrategias se dirigen a síntomas distintos, y actúan a un ritmo diferente. La farmacoterapia parece proporcionar un alivio rápido del malestar agudo, mientras que la psicoterapia parece promover un cambio amplio y duradero, de manera que la combinación de ambos tratamientos retiene los beneficios específicos de cada uno de ellos.
Como ejemplo, la experiencia, en sus propias palabras, de la Doctora en psiquiatría y profesora de la Universidad John Hopkins, Kay Jamison, que un día descubrió que ella misma sufría de trastorno bipolar:
“Llegados a este momento de mi vida, no puedo imaginar una vida normal sin necesidad de tomar litio y de seguir psicoterapia. El litio impide que se presenten mis seductoras pero desastrosas subidas, y disminuye también mi depresión, limpia por completo las telarañas de mi desordenado pensamiento, me baja el ritmo, me hace apacible, impide que tire por la borda mi carrera y mis amistades, me mantiene lejos del hospital, viva, y permite que pueda seguir psicoterapia. Pero de manera inefable, la psicoterapia cura. Impone algún sentido a mi confusión, refrena mis pensamientos y sentimientos terroríficos, me ofrece cierto control y esperanza, y posibilidades de aprender de ello”.
educa@cop.es

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