El coro Nuestra Señora del Rocío del Espíritu Santo acompañó al obispo y a los sacerdotes asistentes a la eucarstía con sus cánticos, en una mañana soleada a ratos pero con un intenso calor procedente del sol, escondido tras las nubes. En un principio se llenó tres cuartos de la plaza, pero a medida que pasaron casi las dos horas de misa, Alfonso X El Sabio se puede decir que estaba completa.
El final de la eucaristía fue el momento más emocionante para los hermanos rocieros, puesto que José Mazuelos bendijo la talla de la Virgen del Rocio, donada por hermanos y devotos, que quieren ensalzar la labor de la hermandad portuense, que esta mañana estuvo acompaña de otras homólogas de la provincia y de todas las hermandades de gloria y penitencia de la ciudad, que pasará a guarecerse en la parroquia de San Joaquín. Ayer, tras su procesión desde el Castillo de San Marcos a la Iglesia Mayor Prioral y a su templo, pasó a formar parte del preciado legado de los rocieros.