El tiempo en: Jerez

Gente, lugares y tradiciones

Torremolinos, calle San Miguel

Los establecimientos más emblemáticos del municipio se alinean precisamente en esta popular calle

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Si Torremolinos es internacionalmente turística por excelencia, no lo es menos su famosa calle San Miguel, aunque los turistas pronuncien graciosamente el nombre con una diéresis sobre la letra ‘u’ y digan ‘San Migüel’. Los comercios y establecimientos más emblemáticos del municipio se alinean precisamente en esta céntrica rúa. La de San Miguel, repleta de gente a todas horas, es calle que compite con las más comerciales de las grandes ciudades. A muchos visitantes impresionados les recuerda la calle Tal o Cual de su añorada población.


Paralela a la calle San Miguel transcurre la de Cauce, así llamada porque en otro tiempo bajaba por ella el Cau, como llamaban los lugareños al cauce de las aguas que, provenientes de los cercanos manantiales, proporcionaban la fuerza motriz a los molinos situados a lo largo del caudal acuático que llegaba hasta la misma playa. En la actualidad el Cau está soterrado. Los contados molinos abiertos en la calle Cauce daban también a la calle San Miguel.


Torremolinos se ha convertido en una genuina ciudad sin dejar de ser pueblo. Pocas urbes habrá que mantengan sus tradiciones como lo hace Torremolinos. La calle San Miguel es precisamente una de las más fervientes depositarias de esas viejas tradiciones populares. Siendo Torremolinos un pueblo que aún conserva su eminencia católica, aunque conviven pacíficamente en el municipio varios credos religiosos, la calle San Miguel protagoniza año tras año buena parte de la procesión de los tronos de Semana Santa, el fascinante cortejo de la ofrenda de flores al patrón del pueblo y las multitudinarias aportaciones cantoras de las pastorales de Navidad, entre otros eventos.



En tiempos pretéritos, en su recorrido de Málaga a Fuengirola, atravesaba la calle San Miguel primeramente el popular tren de la Cochinilla y más tarde el Automotor, para lo cual se bajaban las correspondientes barreras que cortaban el tráfico. El tren continuaba su camino por el centro de La Nogalera, donde paraba en su correspondiente estación. Con el tiempo, ya peatonalizada la calle, las vías fueron soterradas y desapareció la estación de la superficie. Aquellos trenes de la niñez perviven en el recuerdo.


No resulta fácil calcular los miles de personas que transitan a diario por la calle San Miguel. La calle es un río de gente que únicamente cesa de fluir por la noche, cuando la ciudad duerme, aunque en verano más de la mitad de la noche parece ser el día.


Y como colofón, sacamos a relucir el estribillo de aquellas animadas sevillanas que dicen: ‘Calle, calle de San Miguel, sueño y suspiro, corazón del mundo entero, gloria de Torremolinos, viva la calle de San Miguel’.   

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN