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Viernes 19/04/2024  

Notas de un lector

Vicente Tortajada, verso y vida

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Con buen criterio, se reúne ahora una importante muestra de la producción lírica de Vicente Tortajada (Sevilla, 1952 - 2003). Bajo el título de “Esplendor” (Ediciones Metropolisiana, Sevilla, 2009), se han agrupado textos de sus seis libros editados en vida: “Catálogo, exposición y recuerdo de Daniel Pozuelo” (1979) “Seis visiones y una oración a Isis” (1982), “Silaba moral” (1983), “La respuesta inelegante” (1986), “Pabellones”, (1990) y “Esplendor” (1994),además de algún poema suelto y siete letras flamencas.
Vicente Tortajada -que también diera a la luz una novela, “Flor de cananas”, una recopilación de artículos “”Azahar y vitriolo” y una excelente traducción del polaco Adam Mickiewicz, “Sonetos de Crimea”-, publicó o rompió casi la totalidad de sus versos. Su obra al completo sobrepasa apenas el centenar de poemas y en esta compilación que me ocupa, el lector tiene una excelente oportunidad para profundizar en el quehacer de un poeta singular, que supo alternar su devoción poética con su rebelde pasión por la vida.


Abelardo Linares y José Daniel M.Serallé, se han encargado de la selección. El primero de ellos afirma en su prefacio que “la poesía de Vicente Tortajada fue adelgazándose y depurándose con el paso del tiempo, haciéndose cada vez más personal, más dramática e hiriente, más certera y desasida de todo lo innecesario”. Y no le falta razón, pues a medida que se avanza al hilo de este anhelante testimonio vital, se adivina una voz que afila su expresión verbal, donde nada es producto del azar, sino consecuencia de un espacio múltiple que dialoga con el tiempo y que convierte la levedad en trascendencia: “Recuerdas la navaja de esos días/ que ponen en la lengua la tristeza./ Entonces son espinas las palabras/ que rasgan el mantel, y nuestros ojos/ parecen del cristal que moja el vaho./ La aguda flor de un miedo melancólico/ cubre luego el murmullo de los discos/ que cantan, ya gastada, la canción/ egoísta.”

Un hálito de sonoro inconformismo, de doliente contrariedad, sobrevuela estas páginas, en las que el vate sevillano siente la inquietud de la melancolía sobre su propia identidad y, al mismo tiempo, se deja invadir por una materia oscura que deviene desazón: “Las palabras que piensas/ que tiemblan y se escapan en la noche de marzo/ tienen el ansia seca de caballos sin norte”.
En este lúcido recuento de cuánto le tocó vivir, Vicente Tortajada indaga además, de forma incesante, en la búsqueda de una verdad que se aleje del ritual de la cotidianeidad y de toda forma de impostura: “Y, sin embargo, todos los buenos propósitos/ vuelven todos los años, para irse/ al desván de los juegos infantiles/ donde tienen los héroes su reposo;/ donde descansan todos/ los versos más difíciles./ La vida. Lo imposible”.

Afirma el ya citado José Daniel M.Serallé, que toda la obra de Tortajada “aparece atravesada de ese fondo de belleza clásica y alucinada, elegíaco e hímnico a un tiempo, que va creando el hecho de amar cuando ya se sabe que no seremos correspondidos”.
De ello, dan cuenta muchos de sus mejores versos, recuperados ahora en esta compilación, apasionada e independiente, como todo su acontecer.

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