Dos son las reflexiones que se pueden extraer de las declaraciones de estos empresarios, la primera, es que el tipo de público que va al chiringuito no busca el mismo servicio que el acude a un restaurante, y que la presencia de un chiringuito en primera línea de playa junto a otros establecimientos hosteleros, es un atractivo que puede promover la actividad económica y provocar la recirculación de público.
Reynold Pierre Louis, titular del chiringuito Malibú, afirma que un establecimiento como el suyo ofrece al cliente algo “típico y singular” del verano, como los pescados de temporada a la plancha y poco más. “Estamos en crisis y es normal que la gente cuando va a la playa vaya a lo barato, por lo que no me parece nada justo que venga una autoridad así en la hostelería y tire por tierra nuestro trabajo”, afirmó Pierre Louis.
A juicio de este empresario, lo que de debe hacer es conseguir que venga más gente a Cádiz, aunque recalcó igualmente que “hay que ser conscientes de que no hay dinero”. Para Pierre Louis el que haya muchos negocios de hostelería juntos “es muy bueno” ya que afirma que se produce recirculación de clientes.
“Somos un reclamo”
Iván Periano, propietario del chiringuito Picachu, fue categórico al afirmar que cada establecimiento tiene su misión “y hay comida para todos. Mi negocio concretamente, está en Santa María del Mar y no hace daño a nadie, ya que el que viene, lo hace concretamente, pues tiene que bajar a la playa forzosamente”, apuntó.
Alexis Marcano, del chiringuito La Marea, no se explica cómo puede afectar negativamente a otros establecimientos: “no tiene que ver un negocio con otro. Un chiringuito cerca es un reclamo”, dijo.