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El Xerez lo puso todo, pero se quedó sin puntos

No se mereció el Xerez perder. Nunca fue inferior al Athletic, pero en el fútbol mandan los goles y el gol del Athletic, aunque marcado en propia meta, valió

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  • Mario Bermejo se fajó con los centrales del Athletic pero no tuvo fortuna a la hora del remate final, el mal endémico del equipo xerecista. -
El Xerez jugó bien, se fajó en defensa, ligó jugadas brillantísimas, pero le faltó la pegada final para derrotar a un Athletic que sufrió, pero que se llevó los tres puntos gracias a un autogol de David Prieto en una entrada por banda derecha. Ocurría eso en la recta final del primer periodo y el árbitro se había dejado alguna tarjeta en contra de los vascos por el camino, se había inventado un penalti contra el Xerez, por unas manos de Abel que ni siquiera sabía por dónde estaba el balón, que Renan paró, y el Xerez había tenido un par de ocasiones por mediación de Bergantiños, con intervención sobresaliente, la primera, de Gorka y de Armenteros, con un balón que salió rozando el poste. El Athletic apenas si había inquietado. Había presionado, pero era el Xerez quien había mantenido más el balón. Era la primera vez que llegaba a la meta azulina y marcaba en una acción de auténtica mala fortuna para los de Ziganda. Susaeta entro por banda derecha y David Prieto remató contra su propia portal. Increíble. Era el minuto 31 y el Xerez siguió jugando sin descomponerse y hubo ocasiones para Francis y Bermejo sin fortuna. Y sin embargo esa misma fortuna estuvo a punto de aliarse nuevamente con los visitantes, ya que Llorente saltó más que nadie y envió el balón al travesaño. No hubiese sido justo. Ni siquiera lo era ese 0-1 con que había finalizado el primer periodo.

Quedaba la segunda mitad y Ziganda optó por retirar del campo a un Víctor Sánchez que no termina de coger el sitio y meter a Viqueira. Emilio le dio una mayor movilidad al medio campo, el Xerez poseía el balón y buscaba las llegadas por bandas. Incluso el gallego, en el minuto 51, pudo participar de la fiesta pero su disparo se topó con la pierna de un zaguero y el esférico terminó yéndose a saque de esquina. Parecía que el Xerez le podía meter aires nuevos al partido, sobre todo cuando Antoñito salió para intentar engatillar en el área enemiga. Caparrós vio perfectamente lo que estaba ocurriendo y metió en el campo a Gurpegui para tener superioridad numérica en el centro del campo. Poco a poco el equipo se fue diluyendo entre el quiero y el no puedo y el Athletic volvió a coger el timón del choque e incluso puso contra las cuerdas al Xerez, en acciones puntuales de Llorente y Susaeta que Renan, muy acertado durante todo el encuentro, supo taponar con acierto.

Poco a poco el Xerez, empujado por una afición que no decayó en instante alguno, fue cogiendo de nuevo el timón del encuentro. Antoñito intentaba alguna genialidad, pero faltaba entrar más por las bandas. Momo no era el Momo que todos conocíamos escorado en banda derecha y Armenteros no terminaba de concretar por su banda izquierda. Los de San Mamés dieron un paso hacia detrás o fue el Xerez el que le empujó a irse hacia atrás. El juego era del Xerez, el dueño del césped de Chapín era el Xerez, pero el gol, el dueño y señor del fútbol y de los puntos, no llegaba. Había acciones a balón parado y Gorka se tuvo que estirar para sacar un balón de la escuadra a Viqueira. El Xerez aprestaba y el Athletic se defendía con orden y hasta llevando peligro en algunas contras. En una de ellas, Mendoza resbaló y entró por detrás y vio la tarjeta roja. No sabemos si esa tarjeta fue correcta o no lo fue, pero no es menos cierto que Ayza Gámez se mostró fácil a la hora de tarjetear a los xerecistas y remiso a la hora de enseñar el recado a los bilbaínos. Será algo a lo que este Xerez, que lleva tres expulsiones en dos partidos y que sigue sin dar una mala patada, tendrá que acostumbrarse. También deberá acostumbrarse a protestar y a pedir el mismo trato arbitral que a los otros equipos de Primera, aunque, eso sí, Ayza, aunque anticasero, no fue el culpable de la derrota y sí la falta de pólvora.

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