La izquierda, tan huérfana últimamente de líderes políticos y referentes morales, comienza a mimetizar comportamientos de los partidos más liberales y conservadores, como acudir al ‘mercado’ de independientes para lograr el destello inicial de estrellas fugaces que, con el tiempo, dejan habitualmente de alumbrar. La izquierda debería buscar su propia senda recordando el camino que anduvieron nombres propios que encumbraron a sus diferentes formaciones a las más altas cotas de responsabilidad, transformación e influencia política, social, económica y humanitaria.
A ese análisis interno y retrospectivo en sus fecundas historias deberían aplicarse PSOE e IU, pero permítanme que personalice en un dirigente que el pasado martes, en ‘Acento Andaluz’ de 7Tv Andalucía impartió un lúcido temario de lecciones políticas y humanas, que se apoyan, a partes iguales, en la lucha contra las desigualdades y el mejor concepto posible del servicio ciudadano que debe regir en todo servidor público. Les hablo de Antonio Rodrigo Torrijos, ex primer teniente alcalde del gobierno de coalición PSOE-IU en el Ayuntamiento de Sevilla entre 2007 y 2011. “Trasladamos una imagen de cómo desde la diversidad política se podía unir alrededor de un programa las sinergias de dos fuerzas políticas para transformar una ciudad y atender las demandas de los más necesitados”, defendió enumerando numerosos logros: carril bici, parque social de viviendas con 7.000 VPO, presupuestos participativos, bonobus solidario para parados y clausulas sociales contra accidentes laborales.
Vistos los resultados de la fragmentación de la derecha en Andalucía y el espejo de su experiencia, sugirió “explorar la hipótesis de que la izquierda sume más por separado sobre la base de un acuerdo posterior” y evitar la orfandad de cierto electorado que no se sienta representado en las confluencias. Fue una sugerencia sin reproches: “El trabajo de oposición de IU es encomiable”. No pudo, eso sí, disimular su desazón cuando reconoció que nadie de su organización le llame ya para recabar opinión. Sin embargo, ni un solo átomo de crítica: “Son los míos. No me sale”. Lealtad por encima de todo. Incluso se deshizo en elogios hacia su coordinador general Antonio Maíllo por exigir en un debate, semanas atrás, a Juan Ignacio Zoido, que pidiera perdón a Torrijos por “condenarlo políticamente y al ostracismo social” con su denuncia de la inexistente causa de Mercasevilla: “En esta escena se observa la grandeza humana de Maíllo y la miseria humana de Zoido”, afirmó.
Demostrada su inocencia, sobre la que demanda disculpas de Zoido, del Estado y de la jueza Alaya por el escarnio público que sufrió, agravado por un cáncer que afortunadamente superó, ¿no sería el momento de que IU le recuperase? Fue amortizado prematuramente, muy prematuramente. La izquierda y sus votantes lo agradecerían.