Esta historia no hace falta que me la cuenten. No la he soñado ni imaginado. Ya la he vivido previamente. Hace casi 5 meses. En Andalucía. Las encuestas con un escenario inamovible de victoria incontestable del PSOE, que se afianzaría cuatro años más al frente de la Junta andaluza gracias a Adelante Andalucía o, incluso, Ciudadanos si Albert Rivera autorizaba un nuevo cambio de rumbo en sus estrategias electorales. Ningún sondeo, analista o medio de comunicación se atrevió a salirse un milímetro de la senda que marcaban un buen número de predicciones demoscópicas miméticas. Y, sin embargo, con las urnas el 2 de diciembre, llegó la sorpresa: las derechas sumaron ante la desmovilización de la izquierda. Ahora, con distintos actores, con muchos más protagonistas en el tablero político, la precampaña y, especialmente, la campaña electoral me traslada al imprevisible vuelco electoral en Andalucía. Todas las encuestas dan como ganador al PSOE de Pedro Sánchez e incluso dibujan aritméticas variables de gobiernos con Unidas Podemos, Ciudadanos y sin depender, en el mejor de los casos, de los partidos independentistas. A la victoria socialista favorece la fragmentación del voto de la derecha, especialmente castigada en las provincias más pequeñas y con menor reparto de escaños.
Todo esto parecería inamovible si no fuera por dos elementos en juego que la izquierda despreció en los comicios andaluces: la participación y la bolsa de indecisos. Respecto a lo primero, no observo una movilización distinta ni en el PSOE ni en Unidas Podemos. Piensan que con el mensaje del miedo de que puede gobernar el trío de Colón será suficiente. Y no será suficiente. Resulta necesario ilusionar con un proyecto de país que neutralice el argumentario casi compartido de PP, Cs y Vox contra la cacareada traición de Pedro Sánchez a launidad de España. El otro elemento que no debemos perder de vista es la elevada bolsa de indecisos que, si ocurre como en las andaluzas, no son indecisos del todo. Saben en un altísimo porcentaje que votarán para que gobierne la derecha, pero aún tienen que decidirsi seguirán votando a populares o ciudadanos, o apoyarán al partido de Abascal. Solo un pequeño porcentaje de indecisos duda entre el PSOE, Unidas Podemos o quedarse nuevamente en casa.
Así las cosas, o mucho me equivoco, o se repetirá en España una calcomanía del Gobierno andaluz con Pablo Casado de presidente, Albert Rivera de vicepresidente y Abascal de lo que quiera.
Pd. Soy un desastre en mis quinielas electorales. Quizás esta vez también falle. O no.
