Estamos en una permanente tensión, que a veces resulta constructiva y positiva, y en otras negativa y corrosiva, que en ocasiones es estimulante y refuerza nuestra autoestima, y en otras nos provoca un declive hacia la depresión. Entre tiras y aflojas, no dejamos de buscar nuestro equilibrio.
A veces disfrutamos con la fama de que nos conozcan y reconozcan, y otras nos resulta una pesada carga, de la que nos gustaría librarnos para perdernos en el anonimato. Nos sentimos cómodos e incómodos, entre aplausos y abucheos, apoyos y amenazas, cuando las situaciones nos hacen pequeños o grandes.
Así en el panorama político de nuestro País hay dos ejes de tiras y aflojas, entre el triunvirato de la derecha, en la que Abascal exige a Casado y Rivera una reunión a tres para desbloquear Madrid y Murcia. Por otra parte PSOE y UNIDAS PODEMOS deberán acercar posturas en base a actuaciones programáticas y soluciones para la gente y no de reparto de sillones.
Creo que al final todo encajará y la derecha se pondrá de acuerdo para gobernar en los diferentes territorios e impedir que gobierne la izquierda, y don Pablo Manuel Iglesias entenderá que lo importante es lo que se marquen como objetivos políticos, ya que el Presidente del Gobierno de España, ha de abrir el abanico para no estar en el mercadeo de la política.
Hemos de trabajar todos para evitar como dice la canción de Joaquín Sabina, movernos en el boulevard de los sueños rotos, y acumular todas las fuerzas y vitalidades para embarcarnos en muchas cosas y saber reír como llora Chávela Vargas.
Tenemos que librarnos de ataduras y condicionantes para sentirnos libres, para saber distinguir lo importante de lo trivial y lo tibio, los amigos distanciados y los enemigos íntimos. No podemos venirnos abajo porque las cosas no salgan tal y como queremos.
Debemos mantenernos optimistas y evitar riesgos innecesarios, siendo cuidadosos en el trato con los demás y no hiriendo su sensibilidad. Hemos de darnos un tiempo para reflexionar antes de actuar, afrontando las cosas según nos van sucediendo para disfrutar de los nuevos retos.
Es bueno y saludable centrarnos en lo esencial y no dejarnos influenciar por trivialidades y frivolidades. No podemos ser, aunque lo pretendamos, arte y parte, famoso y reportero, cortejador y conquistado, verdugo y víctima. Estar dentro y fuera, mostrarnos fríos y apasionados a la vez, negar lo evidente y afirmar lo imposible.
Entre tiras y aflojas, nos movemos entre tesis documentadas e hipótesis absurdas y fantasiosas. Hay gente que se irrita en cuanto no gobiernan los suyos, no pueden afirmar que todo está mal o esto es lo que hay, o dedicarse a meter miedos en lugar de crear ilusiones.
Detrás de cada historia nos encontramos con huellas imborrables y recuerdos innombrables, universos alcanzables y realidades creíbles., nuevos comienzos y finales previsibles, ilusos y aprovechados, convicciones y subastas, demasiados titulares y pocos conceptos y sentimientos.
Llenamos nuestros verbos de tópicos y lo que deben ser motivos de reflexiones individuales y colectivas, se convierten en una proclama, llenas de consignas más propias de mítines que de ejercicios intelectuales, de imponer a los demás nuestros criterios a escuchar la opinión de los otros.
Nunca debemos dejar morir lo humano, si somos tan torpes que lo hacemos, dejamos sola a la fiera que llevamos dentro y el resultado, suele ser muy desagradable.