En declaraciones a Europa Press, García Montero, que ha presentado recientemente la biografía del escritor granadino 'Francisco Ayala. El escritor en su siglo' (Diputación de Granada, 2009), consideró que el autor "lo hizo todo con mucha dignidad y con mucha lucidez".
El poeta, también granadino, se queda con el recuerdo de la relación humana con Ayala, una persona "fundamental" para él, y con los whiskis tomados en la intimidad --el escritor confesaba que, con la miel, era el secreto de su longevidad-- "hablando de la vida y de los asuntos de actualidad". "Son para mí el recuerdo más nítido que me queda", apuntó.
De su vida literaria, García Montero destacó su protagonismo en la prosa vanguardista de los años 20 y 30, y su cambio de estética en el exilio, que cuajó en 'La cabeza del cordero' (1949) y ya desde Estados Unidos supo captar "la cultura de la posmodernidad", y escribió una "obra maestra", 'El jardín de las delicias' (1971).
En la presentación en la sede del Instituto Cervantes en Madrid el pasado 2 de octubre de la biografía de Ayala, García Montero elogió el carácter del escritor y destacó su capacidad para escribir "su propia biografía mediante importantes decisiones morales, como si su vida fuera una obra de arte más". "Ayala ha puesto todo su trabajo intelectual al servicio de la democracia", añadió.
García Montero repasó entonces la vida del ya fallecido a través de 12 instantáneas recogidas en la obra, "una docena de fotografías que acompañaron a Ayala a lo largo de su siglo, el siglo XX".
"He querido resumir los momentos decisivos en los que Ayala escribió su biografía, el resumen de un siglo dedicado a la cultura y al compromiso con la sociedad", afirmó García Montero, quien recordó las principales determinaciones en la vida del autor, desde su traslado a Madrid en los años 20 a su exilio en Argentina y Estados Unidos, pasando por Puerto Rico.
A su vez, el poeta y ensayista destacó la autobiografía de Francisco Ayala, 'Recuerdos y olvidos' (1982), que fue ampliada cuatro veces por Ayala con el fin de recoger las últimas vivencias del autor y reflejar su labor durante la Transición y el retorno de la democracia a nuestro país. Según García Montero, la moral está presente a lo largo de toda su autobiografía, a través del "diálogo permanente entre la conciencia de Francisco y la realidad".
