Repitiendo la hIUstoria

Publicado: 20/07/2020
Autor

Fran Cristófol

Doctor en Periodismo y docente e investigador. Malaguita por definición, con todo lo que eso significa

La Plazuela

La Plazuela es una 'casapuerta' donde asomarse a una visión llana del día a día de la ciudad

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La otra perspectiva es que Podemos está sufriendo, como ya lo hizo Izquierda Unida en Andalucía, la fagocitación de su espacio político
A Pablo Iglesias se le está desmontando el chiringo. La desaparición de las Mareas, el movimiento que tanto éxito le dio en tiempos pasados, ha supuesto un estoconazo al desarrollo del partido morado en las elecciones vascas y gallegas. Bildu y el Bloque se lo agradecen, seguro. Coleta Morada, en la noche electoral, publicaba en Twitter un hilo que culminaba con un: “Nuestro espacio político ha sufrido hoy una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido”.

El batacazo de Iglesias se puede analizar desde dos perspectivas. La primera de ellas es la de un partido minoritario, que siempre ha sido minoritario y que, como se vio en las últimas generales, está en clara recesión. Han pasado los años de gracia, la novedad ha perdido atractivo y el suelo de votantes de los populistas se ha resquebrajado, enseñando las costuras de un proyecto más efectista que efectivo. Podemos nunca resultó sostenible porque nunca se presentó como un partido a largo plazo, siempre se acercó al elemento revolucionario que, una vez en el poder, parece no haber ejercido. El votante de Podemos no espera que su partido actúe como parte del problema que denuncia, y ahora vive mimetizado entre los tapices y alfombras de Moncloa; uno no sabe si es un tapiz decorativo o una alfombra sobre la que pisar.

La otra perspectiva es que Podemos está sufriendo, como ya lo hizo Izquierda Unida en Andalucía, la fagocitación de su espacio político. La izquierda útil es la del partido que gobierna, no la de su muleta. Muchos votantes han podido interpretar que antes que votar a un partido que sirva como muleta es mejor sostener a un partido sano. Eso ha pasado en Galicia,tras cuatro años de la nada más absoluta por parte de En Marea, el voto de oposición ha vuelto al BNG que ha cosechado unos datos inimaginables hace sólo unas semanas.

Podemos se ha hundido y sigue su dinámica agónica. Una agonía dulce, como una muertecita que duele pero, bueno, se disfruta porque están tocando pelo. Morirse siendo vicepresidente de algo ya ha ocurrido y la historia se está repitiendo como le ocurrió a IU; la hIUstoria. Ta podemos empezar a imaginar una legislatura que explotará unos meses antes de la convocatoria de elecciones, con un Podemos contestatario que se presente como oposición al Gobierno de Sánchez. Porque es eso o la nada. Y de la nada no se vive.

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