Entre la cepa británica que avanza y la vacuna que llega no hay lugar para la calma. El sorteo de la lotería ha repartido alegrías, como siempre, pero sin el calor humano de otros años. El público sólo está preparado para escuchar, por miles, con permiso de la autoridad competente, al tamborilero de Raphael. Como la cepa es inglesa hay que seguir hablando de la monarquía, al fin y al cabo la monarquía del Reino Unido es la que siempre será monarquía, a pesar de los tropezones de algunos miembros de la familia. No se tambalea porque, aunque Boris Johnson habla latín, la reina Isabel ha demostrado saber griego, como la familia de su marido. Y la reina honoraria Sofía también, que es de Grecia.
Cuando los americanos del norte decidieron separarse de la corona británica hicieron una lista de agravios para cargarse de razones para romper. El mas europeo de sus grandes políticos, Thomas Jefferson, junto con Benjamin Franklin, escribió que durante su estancia en Europa estudió el carácter de los monarcas. Sus conclusiones eran tremendas: ”Luis XVI era tonto, lo sé por experiencia propia…El rey de España era tonto, y el de Nápoles también…El rey de Cerdeña era tonto, todos ellos eran Borbones. La reina de Portugal, una Braganza, era idiota de nacimiento. Y el rey de Dinamarca también. El rey de Prusia no era más que un cerdo…Gustavo de Suecia y José de Austria estaban realmente locos y Jorge de Inglaterra …era de camisa de fuerza…….Líbrenos Dios de de todos ellos, y bendiga a todos los hombres buenos y sinceros como vos”, le escribe a John Langdon, gobernador de New Hampshire. Antes le había escrito a Washington que “puedo decir con seguridad que no hay un solo jefe coronado en toda Europa cuyo talento o méritos le den derecho a ser elegido miembro de la junta parroquial de cualquier pueblo en América”. Estuvo siempre contra la monarquía disfrazada que sería elegir a un presidente vitalicio.
Afortunadamente, hoy el panorama ha cambiado porque las monarquías -como la española o la británica- son constitucionales, parlamentarias y en las listas de democracias plenas la monarquías europeas ocupan los primeros lugares del mundo. Tal es el caso de Noruega, Suecia, Países Bajos o Dinamarca. Las reformas pendientes en España ya tienen indicado el camino a seguir.