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En román paladino

Un despacho en Génova

El tiempo de la plena trasparencia no llega y el cambio de casa tampoco

Publicado: 08/07/2021 ·
09:39
· Actualizado: 08/07/2021 · 09:39
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  • Sede nacional del Partido Popular en la calle Génova. -
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Los despachos de Génova tienen demasiada historia, por eso anunció Pablo Casado que querían apartarse de su tenebroso pasado  de sobres, contratos opacos, visitas inconfesables desde el garaje, martillazos a ordenadores con fea memoria  y otros secretos  no comunicables con nombres alemanes de cocina o de correa. El tiempo de la plena  trasparencia no llega y el cambio de casa tampoco.

Maurice Joly, en el siglo XIX,  expresó en sus diálogos entre el mayor cínico con el poder, Nicolás Maquiavelo,  y el legalista a rajatabla, Barón de  Montesquieu,  que las instituciones -los partidos lo son- en un país libre no pueden durar si no es a plena luz del día.  En ese Diálogo en el Infierno - en su dialogo decimocuarto - refleja bien la situación de la actual política popular:”…como Alejandro VI y el duque de Valentinios, de quienes se decía proverbialmente en la corte de Roma que el primero “jamás hacia lo que decía”, y el segundo “jamás decía lo que hacía”. Inconsecuencias  patentes,  como cuando se habla de regeneración y  se firma el pacto contra el transfuguismo  y se gobierna  con tránsfugas reconocibles. Ahí están los casos de Granada o Murcia. Disonancias graves,  como los discursos incendiarios contra los ultraderechistas y se hace  con ellos la coalición.  

Se ha sentado en un despacho de la sede de Génova el que, con todos los datos de su anterior organización -Ciudadanos-, está desmantelando  a su antiguo partido, comité a comité,  ciudad a ciudad, comunidad a comunidad.   De Fran Hervías se ha pasado al verdadero impulsor  de la maniobra, que ha estado silente pero  activo, moviéndose desde   su arruinada ambición, transformada en venganza contra sí mismo y su programa, Albert Rivera. Ahora ya  se anuncia que se incorpora como ponente  popular para la regeneración democrática. La misma tardará tanto en alcanzarse como el famoso viaje al centro.  Desde el centro perdido  podrá conversar  con el lince de la lengua -que antes era castellana y ahora es española, sin más- Toni Cantó. Era el maestro de los discursos contra los chiringuitos y  ha demostrado  sobradamente con hechos que “jamás decía lo que hacía” y “jamás hacía lo que decía”.  Cualquier coincidencia de los comportamientos de todos estos  ilustres personajes con  lo que es ajustado a la  ética política es  radicalmente improbable, si no imposible. Arrimadas lo padece ya.

 

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