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La escritura perpetua

Catalunya

Hay políticos catalanes que, quizás porque estén atrapados en su laberinto, manifiestan un perfil sorprendente

Publicado: 08/07/2021 ·
11:27
· Actualizado: 08/07/2021 · 11:27
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  • Encuentro en Waterloo. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El problema de Catalunya se ha vuelto crónico, motivo por el cual ya no incendia la actualidad como antes, pero ahí sigue, subiendo y bajando como los ciclistas del Tour en las etapas de los Pirineos. Los presos del procés salieron hace unos días de la cárcel como en estampida, al grito de “lo volveremos a hacer”, pero aferrados al indulto. Hay políticos catalanes que, quizás porque estén atrapados en su laberinto, manifiestan un perfil sorprendente. Lluís Companys, tras proclamar la independencia del Estado catalán el seis de octubre de 1934 -independencia que sólo duró unas horas-, tiempo después, ante el tribunal que lo juzgó, aseguran que dijo al conocer la sentencia: “¡Señores, ustedes me han humillado, me condenan a cadena perpetua en lugar de condenarme a muerte!”  

Pedro Sánchez transmite la impresión de que es quien mejor sabe ahora interpretar la cuestión catalana, y sigue fielmente la idea de Ortega y Gasset, que sostenía que “el problema catalán no puede resolverse”, y que la única solución consiste en que catalanes y el resto de españoles aprendan a “conllevarse”. Por ahí parece dirigido el diálogo abierto entre Sánchez y Pere Aragonès: a conllevarse, más que a hallar una solución final al conflicto que, visto el posicionamiento catalán, no la hay. Pedro Sánchez, en sus argumentos para hacer entender a la sociedad la necesidad de los indultos, recurrió al “perdón” y la “magnanimidad”, términos vinculados a los valores de la Iglesia católica -más valdría realmente mirar hacia la Iglesia del Papa Francisco en lugar de atacarla desde todos los flancos-. Pero ni el PP ni Ciudadanos parecen entender el significado de magnanimidad. Porque los indultos, al menos, han servido para aclarar de nuevo el mapa político: han consolidado los dos bloques, con Ciudadanos otra vez en la órbita del PP. Los indultos tienen zonas de escasa justificación, pero otras en las que aparecen como inevitables, porque podía interpretarse como una anomalía democrática que unos políticos permanecieran durante tanto tiempo en prisión, y que lo estuvieran incluso desde antes del juicio. Pero sorprendió, ya está dicho, que personas como Jordi Cuixart salieran indultados de la cárcel clamando casi de manera histérica por la amnistía, para inmediatamente lanzarse a la carrera hacia sus respectivas casas. Como dijo Ortega, sí, este es un asunto a conllevar.

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