Estamos en primavera, donde todo se renueva, donde el color acaricia el mundo con la ternura de la luz, y brazada a brazada, como un labriego pintor, José Manuel Durán nos ha ido recolectando toda esa luz, todo ese color, para enseñárnoslos ahora como se enseña una joya.
De diecisiete a diecisiete, desde el diecisiete de abril al diecisiete de mayo, podemos disfrutas de la recolección pictórica de Durán, de los frutos carnales de su trabajo, en el patio del palacio del Mayorazgo, a dos pasos de la iglesia de San Pedro.
¿Por qué en el patio del Mayorazgo? ¿No le interesaba más en otro salón?
—Lo intenté en la capilla de la Misericordia, pero allí no veía yo la luz suficiente. Además, los cuadros tenían que estar sobre caballetes y mi intención era colgarlos.
Por último se decidió en el patio del Mayorazgo y creo que ha sido un acierto. En el patio hay una luz natural que le viene muy bien al color de los cuadros.
Precisamente del color quería hablarle. Esta alegría y luminosidad, esta profusión de colores, es nueva, ¿no?
—Es un cambio radical, aunque si bien se piensa no tan radical. Un amigo pintor me comentó un día que al ver mis cuadros le parecía que yo estaba enfermo, porque utilizaba tonos apagados, sin energía. Asumí aquella crítica como todas las que me hacen con buenas intenciones, y me propuse pintar con más colorido. Al principio fueron pruebas y pruebas y poco a poco me fui sintiendo bien con los resultados.
Ha desembocado usted en una abstracción casi total. En esta exposición todo es color que se explica a sí mismo. ¿Lo ve así?
—Es verdad que he dejado al lado la figura, porque he querido centrarme, experimentar con el color. El color ha ido tomando posesión de los cuadros.
De todas formas las figuras están veladas, como cobijadas entre el color. El color que, quiero explicarlo, es sentimiento. Yo lo definiría como abstracción poética, porque los colores no están ahí puestos caprichosamente. Cada uno tiene un significado, una emoción, un sentimiento.
Ahí quería llegar. Los que no somos expertos en pintura podemos pensar que un pintor coge la brocha o el pincel y pinta a ver lo que sale. Y no es así, ¿verdad?
—Claro que no. El pintor usa el color como material poético. No se trata de emborronar un lienzo en blanco, sino poner el alma en cada color. Y eso implica mucha depuración, mucho trabajo.
Yo al menos tengo la sensación de que estos cuadros son poemas en colores
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¿Qué espera José Manuel Durán de esta exposición?
—Espero que sea un avance dentro de mi trayectoria como pintor. Y espero también que la gente la vea como eso, como algo diferente. Porque el arte es avanzar, no quedarse quieto, descubrirte a ti mismo descubriendo nuevas formas. Eso es lo que hace que tengas una línea propia como pintor.
¿Qué escuela pictórica le interesa?
—Todo tipo de pintura. Desde el realismo al abstracto, todo en general. Me gusta indagar en las personas que llevan las riendas del arte, que son los pintores más contemporáneos. Me gustan mucho los fondos de Velázquez, o las pinceladas gordas de Francisco de Goya. Mi pintor más especial es Velázquez, sus fondos, sus veladuras, esos colores tan profundos, en contraposición, por ejemplo, con Miguel Ángel, que utiliza colores más planos. Tiziano me parece otro grandísimo pintor.
¿Y cómo define su pintura?
—Son abstracciones líricas. El cuadro explica sentimientos, emociones. La abstracción no es neutralidad. Cada color es un estado del alma. De ahí el título de esta exposición.
¿Cuál es su opinión sobre la actual pintura arcense?
—En mi opinión sufre ahora un parón. Se sigue pintando de forma excesivamente mercantilista, para vender. Habría que estudiar más la pintura, ponerse más al día, salir del pueblo, asomarse a Internet. Con todo, hay muy buenos pintores en Arcos.
¿Y la pintura española?
—Actualmente hay buenos pintores españoles en Estados Unidos, en Alemania, etcétera. Recuerdo a José María Sicilia, Pedro Castroortega o Antón Lamazares, un pintor gallego buenísimo. Están fuera, pienso, por la crisis económica, pero también por la crisis cultural de nuestro país. Estos pintores que he dicho están dentro de la abstracción lírica, pintura poética que ahora mismo en España no tiene mucho seguimiento. Como dato revelador puedo decir que Pedro Castroortega es poeta además de pintor. Me lo presentó Alfonso Guerra Calle.