Los pasos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, Nuestra Señora de las Angustias y San Juan Evangelista pusieron en la calle el segundo tríptico de la Semana Santa arcense tras la procesión del Martes Santo. La hermandad de San Juan de Dios realizó su estación penitencial con las tradicionales muestras de sobriedad, con sus hermanos de fila blanquiverdes y sus 'armaos' marchando al ritmo del tambor. Su salida, a las seis de la tarde del Jueves Santo, contó con un público fiel que encuentra en este momento un punto clave del recorrido por la estética que aporta la fachada de la iglesia, coronada por la espadaña más característica del Arcos monumental.
En el desfile destacó la presencia de la Guardia Civil, representada por su alumna Nieves Medina, hermana de la cofradía, así como de los niños pequeños que así se inician en las tradiciones de sus padres. El Cristo moreno, el centro sentimental de la hermandad más antigua de Arcos, realizó un magnífico desfile gracias a la experiencia de capataces, cargueros y cargueras, y a su máxima seriedad, dado que se trata de acompañar a Jesús ya muerto.
Poco después, a las siete de la tarde, la parroquia de San Pedro abría su puertas para el lucimiento de la hermandad del Silencio. La del Santísimo Cristo de los Remedios y Paz y Nuestra Señora de los Dolores fue igualmente una procesión de duelo. El negro de luto y el rojo pasión de la indumentaria de sus hermanos de fila ya anuncia la severidad de un desfile siempre imponente al paso de Cristo en su cruz, portado a hombros sin paso alguno. La candelería del paso de la Virgen realza la belleza de la Madre dolorosa de la cofradía, que al igual que Vera Cruz estuvo acompañada por la banda municipal de música Vicente Gómez Zarzuela. Junto al 'embudo' de su salida, los momentos de máxima belleza de la procesión se viven en las calles del casco antiguo, donde Cristo, a la altura de las miradas, parece más humano. La escena despierta el dolor de una madre cuyo corazón está atravesado por siete puñales. Las hermanas de mantilla escenifican ese dolor con su ropa enlutada. Momento de especial emoción fue la interpretación de varias saetas en la plaza del Cananeo por parte de un ilustre vecino, el buen cantaor Antonio Soto 'Sotito'.