La Iglesia ha entregado ya las llaves de la ermita de San Antonio Abad a la de servitas hermandad del Silencio de Arcos, y con ello un valioso monumento religioso del que podrá valerse la cofradía del Jueves Santo. El inmueble ocupado antaño por la propia hermandad y en desuso durante más de un siglo fue restaurado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía como parte indispensable del patrimonio histórico artístico local; obra que tocó fin en 2012. Sin embargo, hasta ahora ha permanecido cerrado, lo cual ha originado algún que otro problema de mantenimiento del edificio que no será difícil superar, pues se trata fundamentalmente de tareas de pintura.
La hermana mayor de los Remedios y Nuestra Señora de los Dolores, Isabel Gómez Molina, recuerda que la recuperación de la ermita ha sido una reivindicación histórica de la hermandad que ahora por fin llega a buen puerto, aunque le haría especial ilusión que durante este segundo mandato suyo se pudiera culminar el proyecto de puesta en valor del edificio. En este sentido, agradece el gesto de la Iglesia materializado a través del anterior párroco de Santa María, el sacerdote Jesús Lozano.
La hermandad tiene previsto el traslado de sus sagrados titulares desde la parroquia de San Pedro a este espacio, aunque será un proyecto a largo plazo. Por ahora, la de San Antonio Abad sería lugar de encuentro para los hermanos, desprovistos hasta ahora de una casa de hermandad propia, ya que se venía sirviendo del salón parroquial de San Pedro. La hermana mayor sabe que el ambicioso proyecto depende de la colaboración de los hermanos y de la población en general, por lo que tendrá que llevar a cabo un plan para lograr recursos, y todo ello con la pandemia del Covid-19 de telón de fondo.
Un poco de historia
Según el tristemente desaparecido cronista oficial de Arcos, Manuel Pérez Regordán, el día 2 de septiembre de 1744, Hospitalarios de San Antonio Abad y Servitas de Nuestra Señora de los Dolores llegaron a un acuerdo, comenzándose de inmediato la adaptación del templo y la talla del retablo mayor, sobre el que se colocó el escudo de armas de los duques de Arcos. El 24 de agosto de 1787, a petición del rey Carlos III y su Santidad Pío VI, expidió el Breve por el que se decretaba la expulsión de la Orden Hospitalaria de San Antonio Abad del territorio español y posesiones de ultramar.
En 1950, la bóveda cupular de la iglesia comenzaba amenazando ruina. Las filtraciones eran continuas y la congregación no tenía medios para su reparación. Los distintos párrocos de San Pedro estaban mayormente entregados a su templo matriz, atenciones a la sede de Nuestro Padre Jesús Nazareno y a otros menesteres. Poco interés se tomó ninguno de ellos en la conservación del templo de los servitas.
El 4 de mayo de 1961 se hundió la bóveda cupular de San Antonio Abad y el párroco de San Pedro silenció la catástrofe mientras estudiaba sin prisas la mejor manera de conseguir una nueva techumbre y salvar las obras de arte que yacían bajo los escombros. Este hundimiento motivó que la Virgen de los Dolores quedara definitivamente en San Pedro.