La guerra en Ucrania, junto al desastre humanitario que conlleva con la pérdida de miles de vidas humanas y el éxodo de dos millones de refugiados que huyen de las zonas del conflicto, comienza a tener consecuencias más allá del territorio en sí. De hecho, en estos días ya se está notando el desabastecimiento en España de productos esenciales como los cereales, especialmente el maíz, y el aceite de girasol, principales importaciones desde la citada Ucrania. Y claro, del efecto mariposa no se escapa casi ningún sector.
En este caso, centrándonos en el aceite de girasol, hemos preguntado a algunas de las principales empresas conserveras de Barbate y Conil sobre cómo les está afectando el desabastecimiento y el alza de los precios en su día a día, en su producción. Y la principal respuesta es “inquietud”, “preocupación” e “inestabilidad”.
Mientras el Gobierno dice que trabaja para que se adopten en la Unión Europea (UE) de forma "rápida y eficaz" medidas para garantizar el abastecimiento y mientras el sector agroalimentario nacional está intentando conseguir nuevas fuentes de aprovisionamiento, lo cierto es que España parte de una posición "más confortable" al tener "abundancia" de otras grasas vegetales, como el aceite de oliva. Y esa situación también marca una salida, pero complicada y que supone costes en la producción, a las conserveras.
Además, hay que mencionar que falta de aceite de girasol por la guerra en Ucrania, país del que España importa más del 60 % de este producto, ha puesto el foco en el aceite de oliva como sustituto, lo que ha aumentado sus precios en origen y lleva ya a algunos expertos a advertir de su desabastecimiento si el conflicto bélico perdura.
De hecho, a nadie se le escapa que las grandes cadenas de supermercados han comenzado esta semana a racionar el aceite de girasol ante el incremento de compras que estaban haciendo los consumidores en previsión que pueda llegar a faltar, y también por la escasez de un producto que es muy usado al por mayor en la restauración y las conservas.
Lo primero que hay destacar, en el caso de las conserveras de Barbate y Conil, es que las cuatro consultadas ya usan más el aceite de oliva para sus conservas que el de girasol, siendo este último, eso sí, fundamental para las denominadas semiconservas que se destinan a productos cuya conservación se obtiene gracias a procesos como el ahumado, el salado o el secado.
Y lo segundo a destacar es que la preocupación de este sector va más allá del desabastecimiento e incremento del precio del aceite de girasol. El alza del precio de la luz y el gasoil, así como otros derivados del petróleo que se usan, por ejemplo, en los plásticos para embalajes, forman parte también de una inestabilidad en los costes de producción que lamentablemente si se alarga en el tiempo se verá reflejado también en el precio de sus ventas porque, en este sector, “trabajamos con muy poco margen”.
PREOCUPACIÓN ENTRE LAS EMPRESAS CONSERVERAS
Andrés Jordán, gerente de Gadira, afirma que el sobrecoste del precio del aceite de girasol “aún no lo tenemos cuantificado. El aumente de la tarifa de la luz sí. Ha subido un 300 por ciento, de ahí que tengamos en proyecto la construcción de una planta fotovoltaica y así contar con una fuente estable de energía renovable” y no depender de los vaivenes de la factura eléctrica, la cual “comenzó ya antes de la guerra en Ucrania”.
En cuanto al aceite de girasol, Gadira usa “entre dos y tres mil litros al año”, una cantidad que no es muy alta porque, como ya hemos mencionado, “se destina a las semiconservas”. Además, la producción de conservas se llevan a cabo a través de subcontratas y de ahí que aún se desconozca el alcance de dicho problema que “evidentemente nos preocupa y mucho, porque con las conservas se trabaja con muy poco margen”.
Jordán habla de una inquietud que lleva tiempo instalada en la empresa porque “los precios del gasoil y de la luz ya llevan tiempo subiendo y ahora se han desbocado”. El gasoil influye, por ejemplo en toda su logística tanto para los envíos como para los productos que compran y deben llegar a la fábrica. Y la factura de la luz, pues imagínese el lector que solo debe pensar en el consumo de sus cámaras frigoríficas.
“Estamos en un momento complicado, de incertidumbre... la inestabilidad en los precios afectará a nuestros productos y al consumidor si se alarga esta situación”, explica Jordán quien no olvida que “el futuro es complicado, sobre todo porque no podemos obviar las miles de vidas que se están perdiendo en esa guerra”.
Prácticamente en la mismo situación se encuentra Petaca Chico, cuyas conservas y semiconservas se producen mediante subcontratas, y donde el aceite de oliva es mucho más protagonista que el de girasol. Aún así, se muestran preocupados porque el aumento de los costes de producción y distribución, influencias por el alza del gasoil y la luz, puede llegar a afectar finalmente al precio de venta de sus productos.
José María Vázquez, gerente de la empresa conservera Herpac, sigue la misma línea pero pone sobre la mesa otro problema que se dibuja en el horizonte y que ya es palpable. “Nosotros usamos sobre todo aceite de oliva en nuestras conservas. El de girasol se dedica para las semiconservas como los ahumados y los boquerones en vinagre” y aquí “el problema no es solo la subida del precio, sino el desabastecimiento. No hay suministro, lo que conlleva a su vez que aumente la demanda de aceite de oliva, lo cual se traduce en que también aumente el precio de éste último”.
Lamentablemente “todo repercute, es una cadena. A nosotros nos afecta el precio del gasoil, sobre todo para el transporte. También la factura eléctrica y el alza de los derivados del petróleo como los plásticos. Llevamos meses sufriendo una enorme subida de precios y por lo tanto, de los costes de la producción”.
La opción de usar aceite de oliva para las semiconservas es complicada. “No podemos cambiar el de girasol por cualquier otro. Debe tener ácido oleico. Debemos mantener la calidad y al tiempo las propiedades y sabores de nuestros productos”, señala José María Vázquez para explicar también que “eso conllevará también cambiar todo el etiquetado, lo que supondría otro gasto más”.
Herpac tiene entre sus clientes a muchos establecimientos de hostelería y si aumentan los precios de venta, éstos deberán subirlos también en sus restaurantes y bares, lo que “repercutirá también en los consumidores. Es una cadena”, reitera, “suben los precios y claro, al final baja el consumo en la calle”.
“Estamos muy preocupados”, añade, “tanto como empresa como persona. La subida del gasoil, la luz y demás afecta a todos y las economías familiares se están viendo resentidas”.
INCERTIDUMBRE ANTE EL FUTURO
“La subida de la luz la teníamos asumida hace unos meses y pensábamos que en primavera descendería el precio, pero al revés, sigue subiendo y subiendo”, explica por su parte José Luis Gómez, gerente de La Chanca, igualmente preocupado por el incremento en los costes de producción y “por la incertidumbre de no saber cuándo parará”.
José Luis Gómez destaca también su alarma por el precio del gasoil, que en este caso no solo “nos afecta por la logística del transporte, también porque contamos con una caldera de gasoil”.
En cuanto al aceite de girasol, al igual que el resto de conserveras consultadas, “nuestro producto es de alta calidad y en las conservas usamos principalmente aceite de oliva”. El de girasol “se destina sobre todo a semiconservas que necesitan frío para su mantenimiento y también porque se cuida más el aspecto de esos productos en concreto”.
Aunque en La Chanca cuentan con un stock de aceite de girasol, “si la situación no se soluciona nos veremos sin ese producto en unos meses”. De hecho, días atrás se puso en contacto con dos de sus proveedores “para comprar un bidón (mil litros) al fabricante, pero me dijeron que imposible, que no había, y lo que es peor, ambos comerciales me dijeron que tampoco tenían perspectivas sobre cuándo podrían volver a tener”.
Esas semiconservas abarcan unos 15 ó 20 de sus productos “y la preocupación es enorme. Sustituir el aceite por uno de oliva, que es lo que haremos si el problema se alarga en el tiempo, conllevará evidentemente un sobrecoste y repercutirá en el precio final. No es solo cambiar un aceite por otro, hay que realizar análisis para comprobar cómo afecta a los productos y eso conlleva también paralizar durante un tiempo la producción de los mismos”.
Gómez también confirma que el precio del aceite de oliva está subiendo, “desde hace 10 ó 15 días lo llevaos viendo”, además recuerda que “el aceite de girasol ya subió el año pasado. Pasó de un euro el litro a comienzos de 2021 a 1,50 a finales del pasado año, pero ahora es que se ha ido de las manos”, al igual que está ocurriendo con “la gasolina, los derivados del petróleo, el transporte y la luz... no es que se encarezcan, es que no paran de subir”.
Por ahora no ha repercutido, al igual que ocurre con el resto de empresas con las que hemos hablado, “en el precio final del producto, pero si sigue así no habrá más remedio”.
Y realiza una reflexión bastante clarificadora. “Estas subidas afectan ya a las familias cuyos gastos aumentan y al final se deberán centrar en productos de primera necesidad, y nosotros somos un producto, por así decirlo, gourmet, de lujo... con lo que si se alarga esta situación es normal que esas familias eviten cada vez más gastos ‘innecesarios’ para poder pagar la luz, el gasoil, el pan, etc”, porque “es una cadena que nos afecta a todos”.
SECTOR DE LOS ACEITES
Desde el sector de los aceites y también desde el Gobierno, se ha destacado que España tiene la suerte de ser el primer productor de aceite de oliva del mundo, con el 45 %, y que esta grasa puede paliar la falta del girasol.
España sólo consume de manera interna un tercio del aceite de oliva que produce (el resto se exporta), y la cantidad normal que poner en el mercado final es de unas 190.000 toneladas.
Si la falta de aceite de girasol provocara el consumo, como sustitución, de unas 90.000 de esas toneladas, a lo que hay que sumar que la próxima campaña productora se prevé que sea mala por la sequía, "puede haber muchas tensiones de precio y de desabastecimiento de aceite de oliva".
Es el análisis que ha hecho a Efe el consultor estratégico y experto del sector Juan Vilar, presente este miércoles como ponente en varios paneles de la feria mundial del aceite de oliva World Olive Oil Exhibition (WOOE) que se celebra en Ifema, en Madrid.
"Es que no hay", asegura Vilar, quien abunda que "el stock de seguridad de la oferta sobre la demanda es de esas 190.000 toneladas nominales y que si se detraen unas 90.000 es muy probable que los mercados se vean desabastecidos de aceite de oliva.
Simplemente, con que haya un incremento adicional por algún otro factor de consumo, va a haber un desabastecimiento".
INCREMENTO DE PRECIOS EN ORIGEN
Respecto al aumento de precios en origen que ha sufrido el aceite de oliva esta semana, que se ha situado por encima de 3.400 euros por tonelada en el virgen extra, casi 3.400 en el virgen y más de 3.200 en el lampante, Vilar ha indicado que la guerra en Ucrania ha acentuado un problema que ya estaba presente debido a las malas previsiones de producción para la próxima campaña.
A esos dos factores se suma el incremento de los costes de producción que han provocado las alzas en la energía y las materias primas.
Este aumento de precio es, a su juicio, una mala noticia, ya que si bien en el corto plazo puede suponer un beneficio para los productores de aceite, tanto la demanda como la distribución se deterioran y eso en el largo plazo perjudica a todo el sector.
Además, es un factor que puede incidir en el desabastecimiento, en este caso por el hecho de que se ponga en el mercado menos aceite, ya que a estos precios de origen el envasador "va a comprar lo que realmente necesite" y no más, según Vilar.
LAMPANTE Y ORUJO, LOS QUE MÁS SE PUEDEN BENEFICIAR
En España, el aceite de oliva y el de girasol son los que más se consumen en los supermercados, y ante la falta de este último, las variedades del aceite de oliva lampante y orujo, que son las más económicas, son las que más se pueden ver ahora beneficiadas.
Así lo ha comentado a Efe el director general de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), Primitivo Fernández, presente también en la WOOE y quien integra además asociaciones interprofesionales del aceite de oliva y del aceite de orujo de oliva.
En su opinión, ante la falta de aceite de girasol, "la industria tiene que adaptarse" y si España es el primer productor de aceite de oliva y también de orujo "tiene que aprovecharlo".
En cuanto a los precios al consumidor final que se puedan llegar a pagar ahora por el aceite de oliva, el responsable de mercado de la cadena Alcampo, Juan Carlos Marín, también panelista esta jornada en el WOOE, ha dicho a Efe que el de oliva va a ser más caro pero dada la situación que vive el de girasol, no se sabe qué precio va a alcanzar.