La historia de los pueblos se escribe en cada esquina, en cada calle, en cada edificio, en cada uno de sus vecinos, en cada amarillenta fotografía, en cada libro, y cómo no, en cada comercio, restaurante, bar o taberna. Esta semana nos hemos acercado hasta la calle Agustín Varo, concretamente hasta la que actualmente es una de las tabernas más antiguas y con más solera de Barbate. Hablamos del Bar El Calero, cuyas paredes cuentan con casi 70 años a sus espaldas. Nació casi a la par de la independencia de Barbate y ha tenido tres dueños. El último y actual es Juan José Perez Baró, quien lleva gestionándolo desde hace ya 41 años, aunque ahora cuenta con la inestimable ayuda de su hijo, Juan Antonio Pérez Malia, para darle aún más vida a este histórico rincón de Barbate, cuyo futuro está prácticamente garantizado.
Juan José Pérez Baró nació en Cartagena, de donde es su madre, pero a los dos años ya estaba en Barbate. Aficionado a los toros desde muy tierna edad, algo que se refleja en la decoración del bar, trató de ser torero pero la mar se interpuso prácticamente al cumplir los 12 años. A los 21 años se marchó a Holanda donde trabajó en los astilleros de Rótterdam y en una fábrica de cervezas. En el extranjero estuvo tres años para regresar a los 24 y echarse a la mar. Así hasta que cumplidos los 26 decidió, gran idea, hacerse con este bar que hoy día es toda una institución en la localidad y un lugar cuya visita es casi obligada para conocer la historia de este pueblo.
Cuenta con una clientela fija, lo que facilita que no haya notado mucho la actual crisis económica, aunque “en sí noto la subida de tarifas como la de la luz”. Junto a esta clientela, su bar recibe a un sinfín de visitantes de toda España, desde el País Vasco hasta Cataluña, pasando por Extremadura y Madrid. A estos visitantes se añaden turistas que se dejan enamorar por la historia que encierra el establecimiento, con piezas dignas de un museo.
De hecho, la estructura del bar apenas ha cambiado en los últimos 70 años. Apenas una obra en los servicios es todo el cambio que puede apreciarse. Cuenta con un frigorífico que lleva enfriando bebidas 50 años, o con barriles de vino que llevan endulzando paladares medio siglo igualmente.
Tomarse allí un vino, una cerveza, un refresco, degustar un atún encebollado, una caña de lomo, un buen queso, o sus archiconocidos caracoles, forma parte del hábito de muchos vecinos de la localidad, con especial afluencia desde hace décadas de la gente de la mar, marineros que buscan en esta tierra firme su descanso laboral.
Allí se aceptan todas las tertulias y no es mala idea sumergirse en la algarabía que se forma durante una buena partida del dominó.
“He conocido muchas crisis”, señala Juan José, crisis en las que se fiaba el vino, crisis políticas como la Transición, crisis como la decadencia del sector pesquero, pero siempre ha salido adelante porque cuando se trabaja con el corazón el dinero poco tiene que hacer. Eso sí, recuerda buenas épocas en Barbate, “que ahora está un poco a la baja”, aunque es positivo dado “el potencial que tiene este pueblo”. Su época dorada… cuando la Feria del Carmen se celebraba en El Zapal, apenas unas escaleras abajo del bar.
La historia se lee en sus paredes, en su mobiliario, en sus cuadros, historia que han visitado y visitan personajes famosos, desde toreros como Jesulín de Ubrique, Paquirri o José Rivera a periodistas como Jesús Quintero, un enamorado de sus caracoles. Pero la historia la escribe también su clientela, las amistades fijas que tiene el Bar El Calero donde el pasado, el presente y el futuro comparten mesa y vino.