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Barbate

Y sonaron las campanas de gloria

El cofrade Luis Rossi ofreció un emotivo e íntimo pregón en un abarrotado Salón Multiusos bajo el título “La Pasión de San José a San Paulino"

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  • Pregón oficial de la Semana Santa barbateña a cargo de Luis Rossi. -

Un libro de vida cofrade. Capítulos de una pasión desde San José hasta San Paulino. Versos de una fe que perdura. Palabras que inmortalizan la inocencia de aquel niño que vivió de cerca las tradiciones de su pueblo. Las campanas de gloria sonaron con el pregón oficial de Luis Rossi, en el que desveló vivencias y anécdotas experimentadas en la Semana Santa barbateña. Hilado en ocasiones a través de sones cofradieros, las palabras del barbateño llegaron a levantar en el ecuador del pregón a un público emocionado especialmente con un pasaje dedicado al Vía Crucis según Barbate.

Pasional, y en ocasiones íntimo. En un libro de seis capítulos y un prólogo, Luis Rossi realizó una apasionante disertación marcada por ciclos de la vida de un cofrade. Surgieron también versos dedicados a cada una de las corporaciones que conforman la Semana Mayor barbateña. En prosa poética en la mayor parte del texto, Rossi despertó el sentimiento de los presentes en el Salón Multiusos, que le ovacionaron en varias ocasiones en un lugar nuevo – aunque muy acogedor- para este tradicional acto de la Cuaresma barbateña.

Arropado por la fuerza y el simbolismo de su mensaje en algunos pasajes, el momento más íntimo, y también el que despertó alguna carcajada, llegó con la fábula del penitente y la tortilla, en el capítulo IV. Una ingeniosa e irónica historia de un nazareno en una salida procesional que terminó con una moraleja: “para construir no hace falta destruir”.

Rossi también quiso tener un recuerdo en su alocución, a través de una saeta en forma de rezo interpretada por Nuria Díaz, para aquellos cofrades “que de nuestro lado se despidieron”. Un emotivo instante que contó con el acompañamiento del toque del tambor y la sencillez del sonido del paso de horquilla sobre un adoquín.

Llegaba la recogida, una recogida por María. “Me queda tanto por contarte”, se sinceraba el pregonero en los últimos pasajes. Una despedida que aprovechó para agradecer también el papel de las mujeres que son todo en su vida: su madre, hijas, compañera y hermanas. En su último alegato, Rossi dedicó un romance a cada una de las titulares de las corporaciones barbateñas, donde trasladó los versos “en un rendido intento de llegar a Cristo por María”. Un final con júbilo. “Ya la Semana Santa se vive en mi tierra, el pueblo espera de domingo a domingo. ¡Las campanas de gloria que ya suenan! Nace la Pasión de San José a San Paulino".

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