Que nadie se extrañe esta semana, si al entrar en la Parroquia de Santa Cruz, además de encontrar a la Hermandad de las Aguas ocupando la bóveda de San Antonio, se topa con el palio de Sanidad, perfectamente montado, cual si de un Martes Santo se tratara. No, no es cuaresma, ni Semana Santa, ni tampoco va a exhibirse en ninguna exposición de arte cofrade.
No se alarmen. Porque aunque lluevan villancicos por las esquinas, aunque las pistas de hielo de Xtraice mantengan distraídos a nuestros niños en San Antonio, aunque los belenes de Gonzalo Carrillo estén ya abiertos al público y las luces navideñas (pocas) ya iluminen nuestras plazas y calles, en la hermandad de Sanidad, están de aniversario festejando su setenta y cinco años de historia.
En solo cinco días, la dolorosa de Francisco Buiza pisará las calles para repartir salud entre gaditanos y forasteros. Salud como relicario anhelado en estos tiempos trémulos de incertidumbre y pandemia. Salud para el gremio de los sanitarios con el que esta hermandad siempre estuvo vinculada desde sus años de fundación. Salud para políticos y dirigentes, para los trabajadores del metal, de la construcción, de la hostelería… porque en esta ciudad chiquita saben bien que sin trabajo no hay salud y viceversa; Salud para los niños de Cádiz, para los docentes, para un barrio del pópulo humilde pero risueño, para un sacerdote bondadoso que aunque el pasado jueves nos dejara, necesitará salud para repartirla por ese otro Cádiz del que ahora goza en las alturas.
Salud para los cofrades de Sanidad que llevan tres cuartos de siglo ondeando la bandera de la hermandad y la concordia. Salud para los Montojo, Cabello, Ruiz de Quintanilla, Inguza, Zamora, Herrera y tantos otros apellidos ilustres que duermen anónimos tras un negro antifaz colmado de sueños. Salud para Mamen Castro, su hermana Mayor, para que siga tirando del carro con el mismo arrebato e ilusión que hasta ahora.
No se extrañen si el próximo sábado la emoción les invade al ver bajar a María Santísima de la Salud por la cuesta de Fray Félix entre divinos contrastes. El olor de las castañas mezclado con el incienso, la música de García Pulido fundida con el tamborilero o la tenue luz de la candelería parpadeando entre alguna estrella de oriente como símbolo de auxilio y protección del gaditano.
Aunque crean lo contrario, será un día para dejar los móviles en casa e impedir que la foto te robe la vivencia del momento. Ya se encargará Álvarez del Pino de encarnar el sueño de la salida extraordinaria en el próximo paño de la verónica. Porque si algo habrá dibujado en el rostro de Jesús del Mayor Dolor el próximo sábado, será precisamente la felicidad de los cofrades de Sanidad, la fe de un pueblo que no se rinde y la salud de su madre derramada entre los gaditanos. El autentico selfie de Dios.