Superado lo más crudo de la pandemia y tras dos años de restricciones en la movilidad, el hormigueo de turistas por las calles de Cádiz es constante. Los datos facilitados este viernes por Horeca confirman la recuperación de la actividad.
Jesús Ruiz López, autor de Guía básica de supervivencia a la turistificación, muestra su preocupación ante lo que considera un problema “que crece y crece y está destrozando la ciudad”. Porque no se trata solo de que estén sobre la mesa nuevos proyectos para incrementar los alojamientos, como el previsto en el edificio del antiguo Banco Atlántico, en San Francisco, con la anuencia del delegado de Urbanismo, Martín Vila, sino que desde que publicó su libro, en noviembre pasado, el número de viviendas turísticas se ha disparado.
“Hemos pasado de 1.959 a 2.176 en poco más de medio año”, advierte. Si todas estuvieran juntas sobre el mapa, ocuparían los barrios del Mentidero y La Viña, advierte.
Daniel Franco Montiel, integrante de Calle Viva, movimiento contra la turistificación, indica, por su parte, que era impensable que hubiera este tipo de viviendas en Puntales hace solo unos años. Sin embargo, ya se cuentan cuatro.
“La moratoria a las nuevas licencias de viviendas turísticas llega tarde y no es suficiente”, afirma, remarcando que es un error limitarla solo al centro histórico, por un lado, y, por otro, es un texto ambiguo que, como evidencian los datos del registro citados, no está resultando efectiva. “Las viviendas turísticas crean una sensación de desamparo entre las comunidades de vecinos que no pueden actuar antes fiestas y ruidos y, además, disparan el precio del alquiler de larga temporada agrava el problema de tener acceso a una casa”, explica Jesús Ruiz López.
“Quinientas viviendas turísticas son 500 familias menos en Cádiz”, remacha. Tanto uno como otro coinciden en que el Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad de Cádiz 2021-2025 presentado por el Ayuntamiento en noviembre no contiene fórmulas para revertir el modelo.
“No estamos en contra del turismo”, afirma el portavoz de Calle Viva, pero “consideramos que no podemos depender exclusivamente de él”, en detrimento de otras actividades como la industrial, que está prácticamente desmantelada, porque no ofrece las mejores condiciones laborales y consume demasiados recursos.
Por ello, Jesús Ruiz López propone que el equipo de Gobierno tome medidas de control para frenar la proliferación de viviendas turísticas, pero también que las existentes paguen más IBI, la instauración de una ecotasa de carácter general, o poner freno “a la venta de la ciudad” a negocios vinculados con el turismo.
“La calle Ancha, arteria comercial, se ha convertido en un bulevar gastronómico. Es más fácil comprar un poke que ropa para un niño. La ciudad se ha convertido en un enorme parque temático”, concluye.