Avanzada en el mar entre escollos de piedras se sitúa uno de los lugares más característicos de la ciudad, el Castillo de Santa Catalina, un refugio que durante todo el año recibe las visitas de gaditanos y turistas por su magnífica situación para admirar el privilegiado entorno que lo rodea pero que en los meses de verano toma el sol como el mejor reclamo para sus visitantes.
Desde el pasado 15 de julio, cada miércoles, han sido centenares los curiosos que han querido terminar la jornada contemplando como los últimos rayos de la tarde perfilaban la costa gaditana en unos instantes en los que la ciudad vuelve a mostrar su lado más ensoñador.
Como escribiera el autor de Carnaval, José Luis Bustelo, cuando el sol comienza a rendirse y el horizonte se marca de tres colores son cientos los visitantes que se acercan a disfrutar de esta estampa junto a una actuación complementaria que sirve de marco incomparable y como añadido a la medida de un momento idílico que es ya una programación fija dentro del verano gaditano.
Desde las siete de la tarde ya se aguarda en las zonas aledañas al castillo para coger uno de los mejores lugares en los que contemplar la puesta de sol. Cuando aún la cercana playa de La Caleta acoge a un buen número de bañistas que disfrutan de las agradables temperaturas de este agosto tan distinto los primeros turistas se agolpan en la primera línea de visión mientras se realizan las pruebas de sonido de la actuación que toca cada jornada.
Además de la estampa mostrada el recinto se convierte también en una pequeña muestra de los encantos de Cádiz mostrando sus características arquitectónicas como pórtico de un espectáculo que va afianzándose con el paso de los años con una mayor afluencia de público. Entre las siete de la tarde y las nueve de la noche se aprovecha también para visitar los distintos rincones del castillo, que en su interior alberga exposiciones artísticas durante todo el año y que en estos meses de verano alcanza su pico más alto en cuanto a número de visitantes.
Con sonido ambiental y con la llegada del grupo más numeroso de visitantes a partir de las nueve de la noche la zona privilegiada del castillo desde la que se divisa Rota a un lado y el castillo de San Sebastián al otro se llena en cuestión de minutos.
Para todos los públicos
Una de las características esenciales de estas puestas de sol es que reúnen a familias completas que pasan un agradable rato que continúa tras el concierto saboreando los platos más típicos de la gastronomía gaditana en los bares y restaurantes del cercano barrio de La Viña.
Es sin duda un espectáculo que agrada a mayores y pequeños y que acoge también a decenas de amantes de la fotografía que intentan plasmar mediante sus objetivos las mejores tomas de los últimos rayos sobre el mar.
Pocos minutos después, bajo las etiquetas propias de la ciudad o buscando por ‘puesta de sol’ se pueden encontrar algunas de las mejores tomas que los visitantes exponen en sus redes sociales. Es tal vez otra forma de promoción del turismo que hasta ahora no se ha contemplado por las distintas administraciones.
Flamenco Xagua
Para completar el ciclo de las puestas de sol, la sexta de las citas durante este verano corrió a cargo el pasado miércoles de la compañía Flamenco Xagua que recogió todo el arte en el cante y baile de los miembros de esta joven compañía flamenca.
Este grupo flamenco ha puesto el punto final a seis actuaciones que han llevado desde la danza en telas a la danza contemporánea pasando por la música clow contemporánea de Treta Trío; todo un completo panorama acogido de manera multitudinaria por los centenares de visitantes que han asistido cada uno de estos miércoles al Castillo de Santa Catalina.
La última de estas actuaciones quiso entroncarse con lo más esencial del arte gaditano; el flamenco, uniendo a los tradicionales palos una perfomance flamenca a cargo de Noemí Fernández Rico.
Licenciada por la Academia de Bellas Artes de Brera en Milán (Italia) y con formación en danza contemporánea y danza flamenca demostró acompañada de dos cantaores, guitarrista y percusión la solvencia sobre las tablas que fue recompensada con largos aplausos por un público que aguantó llenando esta zona del castillo hasta el final de la actuación.
Varios pases para poner el punto y final a una cita ineludible en el verano gaditano y que año tras año vuelve a imponerse sobre otras tantas actividades que se realizan en la ciudad.