Plantean si el primer paso para romper el infierno del maltrato debe ser la denuncia

Publicado: 21/11/2008
Las artífices de la ley de la violencia de género se están replanteando si la denuncia debe ser el primer paso para romper con el infierno de los malos tratos y sienten una cierta frustración porque siguen muriendo mujeres, a pesar de los avances obtenidos en el ámbito social, policial y judicial.
Las artífices de la ley de la violencia de género se están replanteando si la denuncia debe ser el primer paso para romper con el infierno de los malos tratos y sienten una cierta frustración porque siguen muriendo mujeres, a pesar de los avances obtenidos en el ámbito social, policial y judicial.

 

En una entrevista conjunta con Efe, las diputadas Mercé Pigem (CiU), Olaia Fernández Dávila (BNG), Susana Camarero (PP) y Mariví Monteserín (PSOE) han opinado sobre la aplicación de una ley que fraguaron hace cuatro años y han reflexionado sobre cómo mejorarla, a pocos días del Día Internacional contra la Violencia de Género.


 

“¿Es importante que el primer paso sea la denuncia? Yo creo que no. Quizás lo primero es informarse en un centro de atención, en los servicios sociales... y nunca hacerlo sola”, medita la parlamentaria socialista Mariví Monteserín (Boal, Asturias, 1959). A la hora de emitir mensajes hay que tener cuidado: la decisión nunca debe tomarse sola, coinciden las cuatro, que recuerdan a las compañeras que lucharon junto a ellas en esta tarea, como Carme García (IpC, ahora en la Diputación de Barcelona), Margarita Uría (PNV, ahora vocal del CGPJ) y Uxue Barkos (Nafarroa Bai, portavoz en el Ayuntamiento de Pamplona). En el mismo sentido, Mercé Pigem aboga por que la mujer tenga autonomía psicológica y personal suficiente para estar fuerte y no arrepentirse en el último instante.

 

La denuncia puede ser el paso intermedio o final. La catalana da un paso más allá y pide incluir en la cartera común de Sanidad la asistencia psicológica “preventiva”. A la primera señal de maltrato la mujer ha de tener la opción de recibir atención. El resto de compañeras asiente con la cabeza mientras escuchan a Pigem (Lleida, 1954) y advierten de que en todo caso la denuncia habrá de interponerse. Sin ella, las maltratadas no optan al abanico de recursos sociales, judiciales y de protección que pone a su disposición la ley.

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