Cádiz
La cumbre finaliza con un acuerdo de mínimos, pero mucha oposición
La cumbre sobre el cambio climático de Copenhague se cerró ayer con un acuerdo de mínimos, que tuvo la oposición abierta y dura crítica de varios países como Venezuela, Nicaragua, Cuba o Bolivia.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró en una rueda de prensa tras alcanzarse el acuerdo, que trabajará para convertir ese texto “en un tratado legalmente vinculante en 2010”.
Ban destacó que “los cimientos del primer acuerdo global para limitar los gases de efecto invernadero se han puesto en esta cumbre” y dijo que no podía precisar la fecha, pero recordó que la presidencia de la próxima conferencia sobre el cambio climático tendrá lugar en México el año que viene.
El secretario general agregó que se coordinará estrechamente con el presidente mexicano, Felipe Calderón, al que describió como un hombre “comprometido con el medio ambiente”.
Calderón, afirmó la pasada madrugada que el texto que se debatía en el último día de la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague “está lejos de lo que el mundo esperaba y de lo que el mundo necesita”.
La presidencia de la conferencia anunció que había “tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009”, que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
La ONU recurrió a esta fórmula para hacer operativo el acuerdo, que fue duramente criticado como ilegítimo por países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Sudán.
Para que pudiera convertirse en un acuerdo de Naciones Unidas, debía ser adoptado por unanimidad por los 192 países presentes en la conferencia.
El texto fue cerrado en la última jornada de la cumbre sobre medio ambiente por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una reunión con varios jefes de Estado y finalmente con China, India y Sudáfrica bajo mediación de Brasil.
Y aunque todos los grupos regionales estaban representados en la reunión, algunos países se sintieron excluidos porque el acuerdo fue anunciado incluso antes de que pudieran ver el documento.
Sin embargo, y ante las críticas hacia el proceso negociador, un portavoz de la ONU, Robert Orr, señaló que nunca en su vida en la ONU había visto una negociación tan “genuina”.
Todos los líderes negociaban y redactaban borradores, explicó, y puso como ejemplo al presidente brasileño, Lula da Silva, quien comentó que volvía a sentirse como un dirigente sindical.
El Acuerdo de Copenhague ha sido un modo de salvar la cara tras el fracaso de 12 días de negociaciones en Copenhague para conseguir un texto ambicioso que sucediera en 2012 al Protocolo de Kioto, el único tratado que obliga a 37 naciones industrializadas y la UE a recortar sus emisiones de dióxido de carbono.
El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases, aunque sí limita la subida de temperaturas a 2 grados centígrados para evitar una catástrofe.
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