El foco mediático sobre la situación social en Algeciras tras el trágico asesinato el pasado miércoles del sacristán de la iglesia de La Palma a manos de un presunto yihadista ha puesto de manifiesto una realidad latente y más defendida ahora que nunca en la sociedad algecireña: la de su convivencia y su multiculturalidad.
Un total de 129 nacionalidades distintas conviven en un municipio donde el modelo social es muy distinto del resto. Miguel Alberto Díaz, presidente de la asociación Barrio Vivo, lleva muchos años trabajando en la integración social de esta diversidad cultural.
Para el dirigente asociativo, "sin quitarle ni un ápice de gravedad a lo sucedido", es importante subrayar que "hemos vivido esta convivencia con normalidad, pero no le hemos dado importancia".
De las 129 nacionalidades que conviven en Algeciras, el 70 % son marroquíes. El resto es una amalgama de nacionalidades entre las que hay población magrebí, subsahariana, sudamericana o asiática. También hay una importante colonia británica, además de la fuerte presencia de otros países europeos como Rumanía o Ucrania.
El trabajo del movimiento asociativo ofrece las mejores imágenes de esa integración. Por ejemplo, Barrio Vivo impulsa en la barriada de La Piñera, en la zona sur, una escuela de música, en la que personas de distintas nacionalidades comparten esta experiencia cultural tocando instrumentos como el chelo, el piano o el violín.
Otras iniciativas, como la lectura de El Quijote en el barrio de Los Pastores, ofrece cada año la imagen de árabes, senegaleses o ucranianos leyendo fragmentos de la obra inmortal de Cervantes.
Iniciativas que terminan mezclándose con la vida de la ciudad, como el Tapasmundi, una ruta de la tapa en la que, desde hace cinco años se disfrutan en la ciudad las recetas de marroquíes, tunecinos, senegaleses, japoneses, tailandeses o pakistaníes.
La realidad demográfica de Algeciras es la de una ciudad que aventaja a la capital gaditana en número de habitantes, y que sólo es superada en la provincia por Jerez. Una ciudad donde son alrededor de 12.000 los habitantes musulmanes, que practican su religión en un total de siete mezquitas.
Omar Khemlani, imán de una de las mezquitas de la ciudad, señala que “aquí hay una convivencia espectacular, y los extranjeros que llevan aquí poco tiempo ya se sienten algecireños”.
En los mismos términos se expresa Mohamed Mkaden: “Llevo viviendo aquí desde 2004, y esta ciudad es un ejemplo de paz y de convivencia. Aquí es muy difícil dividir entre culturas. Es una mezcla. Hay un porcentaje muy elevado de parejas mixtas, de españoles con marroquíes”.
Albert Bitoden, de Camerún, llegó a Algeciras a finales de los noventa, después de un viaje migratorio que le llevó a atravesar quince estados africanos, hasta que logró saltar la valla de Melilla.
Ahora, trabaja para la integración en la Fundación Cepaim: “Algeciras es un cruce de caminos. Es una ciudad de respeto plural. Puedes pasear a cualquier hora con toda tranquilidad y la gente te saluda. Siempre he encontrado cobijo y respeto aquí y esto no lo va a cambiar. Después de la tempestad, siempre llega la calma”.
En los mismos términos se expresa Martha, una boliviana que con 23 años y su carrera de arquitectura bajo el brazo, decidió cruzar el charco en 2003.
Con el paso de los años, terminaría montando una frutería en Algeciras: “Cuando yo llegué a España por primera vez, llegamos a Madrid, pero allí la gente es muy distinta, mucho más cerrada. Me vine para Algeciras, y aquí la gente era más sociable, más abierta”.
El presidente de la coordinadora Alternativas y de la Fundación Márgenes y Vínculos, Francisco Mena, lleva años trabajando en esta integración cultural a través de distintos programas.
Para Mena, "el modelo de convivencia de Algeciras es excepcional, único en España. Habría que exportarlo a otros lugares. Aquí no hay guetos, sino que los migrantes están totalmente mezclados con el resto de la población".
Según el estudio “El peso de la inmigración en la percepción del otro”, realizado por Márgenes y Vínculos en 2017, el 84,7 % de los marroquíes encuestados califica de muy satisfactoria la vida en Algeciras.
El dirigente asociativo destaca que "una de las cosas más importantes es que ellos aceptan desde el principio nuestras normas de convivencia, cuando se les explica que los niños tienen que ir al colegio, que las familias deben vacunarse o que las mujeres deben ir al ginecólogo".
"Y también es importante enseñar a la población española que el mestizaje es enriquecedor y bueno", añade.
Sobre la explicación a este elevado número de nacionalidades residentes, Francisco Mena es claro: "porque es una tierra de acogida, donde el inmigrante no está señalado continuamente. Igual que en el resto de España la migración ha sido un fenómeno relativamente nuevo, el Campo de Gibraltar lleva toda su historia viviendo de las migraciones".
"Hemos visto la cara más fea de la migración, que son los muertos. A Madrid, llegan en un avión. Aquí, llegan en una patera. Eso crea una sensibilidad que en otros lugares no la hay", precisa Mena.