Entre risas y juegos, los más pequeños que integraban las diferentes escenas del Belén Viviente de la plaza Mayor fueron ocupando sus puestos y con un compromiso envidiable supieron asumir sus diferentes papeles en la recreación.
Los mayores ayudaron, pero fueron los niños los que tuvieron todo el protagonismo, como figurantes y como público. Tan solo el pequeño que hizo de Jesús de Nazaret permaneció dormido un buen rato después de que la Sagrada Familia, ángel incluido, ocupara el portal.
El público acudió desde antes de las cinco y media de la tarde, hora prevista para la inauguración, y llenó la plaza y las calles aledañas de ambiente. El mercadillo artesanal, donde los comerciantes lucían vestimentas hebreas, también contó con la presencia de numerosos vecinos.