Por extraño que parezca, los residentes de la zona con los que pudo hablar ayer este medio no habían tenido nunca la más mínima sospecha de que en la vivienda número 38 se estuvieran practicando toda clase de rituales satánicos. “Nunca he visto, ni oído nada relacionado con ese asunto”, aseguraban todos y cada uno de los vecinos consultados, mientras intentaban recordar acontecimientos para encajar las piezas. “Esto podría explicar la desaparición de algunos animales en la zona, pero no creo que tenga nada que ver”, apuntaba. “A mí me falta un gato desde hace unas semanas, pero también es verdad que antes de que ellos llegaran también se me escaparon otros, así que no tiene por qué guardar relación”, contaba otra vecina.
Ni de broma imaginaron que podría tratarse de una secta satánica. En eso coinciden todos. Pero lo que sí sospechaban es que podrían estar dedicándose a alguna actividad ilícita relacionada con la compra-venta de coches. Y acertaron. “Se veía mucho movimiento de vehículos de gama alta, sí de esos que cuestan muchos millones”, señalaba un residente cercano. “Entraban y salían muchos coches buenos, pero sin embargo ellos se movían siempre en taxi. A él venía frecuentemente a recogerlo un joven taxista de la ciudad”, añadió.
Temor
“Estaba claro que algo hacían, pero nunca imaginamos que podría tratarse de algo tan grave. Qué horror”, apuntaba con gesto atemorizado una vecina.
En la calle Buitre, localizada en la zona de Los Gallos, se contabilizan en torno a 50 viviendas unifamiliares, la mayoría de ellas habitadas por familias durante todo el año.