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El jardín de Bomarzo

Lo peor de la política

Lo sucedido durante estos días en torno al incidente protagonizado por el edil jerezano y diputado provincial Antonio Saldaña resume lo peor de la política

Publicado: 22/05/2020 ·
14:21
· Actualizado: 22/05/2020 · 14:21
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"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor"Confucio

Lo sucedido durante los últimos días en torno al incidente protagonizado por el edil jerezano y diputado provincial Antonio Saldaña resume lo peor de la política, su cara más oscura. Y cuando uno se pregunta por qué la imagen pública de los políticos sufre tanto desgaste es, exactamente, por este tipo de cosas: desde un político que conduce triplicando la tasa máxima de alcohol, accidentando a tres coches cometiendo un delito tipificado en el código penal y que no va a tener consecuencia en la decisión del PP con respecto a él pese a que el código ético interno es claro, hasta la resistencia del infractor por quedarse el sillón y sueldo sin la responsabilidad de marcharse cuando el propio partido le mostró públicamente la puerta de salida. Dinero y poder. También la lucha desgarrada de unos por echarle, otros por quizás sustituirle, todos haciendo bueno aquello de "agacharse que vienen los nuestros" y casi nadie valorando lo que vale la imagen de un partido que con estas cosas traslada el peor aroma de sus zonas íntimas. Saldaña continuará de diputado provincial, ejercerá de portavoz en Jerez sin apenas sufrir desgaste económico en sus ingresos -tal vez las copas de aquella fatídica tarde las termine pagando Montero dejando la portavocía por la cual ahora cobra-, y lo hará, eso sí, soportando la losa sobre su imagen pública que la reprobable acción que cometió le endosará para mucho tiempo y eso no es baladí en un político que ha hecho el centro de su estrategia política la confrontación, los ataques sobrepasando la línea roja de las vidas privadas de sus oponentes y las continuas solicitudes de dimisión y las permanentes amenazas de acudir al juzgado o a la fiscalía. Ahora cuesta imaginarse cómo amoldará su discurso futuro, aunque los políticos, en general, tienen esa deplorable habilidad.

Es larga la relación de la política y las copas de más, el hecho de alternar a diario invita a ello. Eso, el tiempo libre y la escasa presión profesional -ninguna en la mayoría de los casos-. También la sensación de inmunidad que, equivocadamente, a más de uno le lleva a coger el coche después de copear y son muchos los casos de quienes una vez pillados por la policía espetan, indignados, aquello de "¿sabe usted con quien está hablando?" como si el hecho de dar 0,83 como es el caso de Saldaña y trabajar "por y para Jerez" a base de copas de amontillado fuese un atenuante frente al delito. Pero los partidos en general son permisivos con estos casos, la historia está llena en todas las formaciones de personas que dieron positivo y luego siguieron en sus cargos -Moscoso es senador por el PSOE y nunca quedó clara la dimisión de Blanco-. Y esto es así porque confían en la memoria pez de un ciudadano que aunque cada vez está más concienciado de lo intolerable que resulta conducir bebido, aún puede pensar que quién no ha cogido el volante con unas copas. "No he matado a nadie", dijo; quizás porque nadie se puso enfrente en ese trayecto turbio que casi le lleva a la ruina personal y política bajo el hilo musical, por proponer una versión lolaila de origen casete de gasolinera, de Camela a voz en grito: "Escúchame, compréndelo, es imposible..." mientras golpeaba vehículos estacionados. Con perdón.


Saldaña ha sacado un notable alto, casi sobresaliente -0,88 en primera tasación y 0,83 un rato más tarde- pero no solo en el test policial sino también sabiendo -una vez sereno- manejar el momento, la presión y ganando la batalla del tiempo, esa que en política es fundamental porque si logras resistir sobre el tiovivo una vuelta más -lección de su padrino Lili-, el objetivo es dar otra y, después, otra, no caerse, seguramente perdiendo el corcel principal porque sopla vendaval y teniendo que montar en motocicleta de segunda, pero lo importante es resistir sobre el tiovivo y esperar. Al final ha conseguido tiznar el rostro de su íntima enemiga Ana Mestre, que la misma mañana del martes de marras y a punto de salir a la luz el segundo comunicado saludaba a su grupo de wasthapp formado por 58 portavoces y presidentes provinciales de la provincia con un "buenos días a todos, cuidaos" y un besito y obtenía respuesta exactamente de dos: Eva Pajares, subdelegada de la Junta en el Campo de Gibraltar, y Aurelio Chaves, de El Gastor. O sea...

La laguna oscura se sitúa entre los dos comunicados, el emitido la madrugada del domingo y el lanzado, escueto y bastante impresentable, la mañana del martes. Entre uno y otro se cocinó el potaje; el primero hacía pública la intención, sin marcha atrás, de que tras los graves hechos Saldaña abandonara todos sus cargos públicos, el segundo le permitía quedarse en Jerez, ser portavoz por tanto allí, ser diputado provincial y sólo abandonar la portavocía en diputación. Como si alguien hubiera valorado el delito y con esto fuese suficiente condena. Y como si el PP dijera "este hombre con este delito a cuestas no vale para la diputación, pero si vale para Jerez" -a los jerezanos alguien del PP se lo debería explicar mejor-. ¿Qué pasó entre el primer comunicado y el segundo? Al margen del evidente ridículo, en general, del PP porque los dos tenían su anagrama y la azul gaviota volando voy, y de Ana Mestre, en particular, porque es complicado encontrar una mejor manera de quedar en evidencia y, al margen del hoyo en el que se encuentra si la dignidad rigiera sería la segunda persona obligada a dimitir esta semana, este cambio de cromos y actitud fue fruto de algo. Para los más enemistados con Saldaña, la lista es importante tanto dentro del PP como fuera, no se entiende de otro modo que por la presión que él o su entorno debieron realizar dando al ventilador sobre algún o algunos asuntos de calado que pudieran perjudicar a algún o algunos y, por ende, al propio partido. Mientras que otros, los cercanos a Saldaña, aseguran que el primer comunicado fue mandado sin el consentimiento de Madrid y que Pepe Ortiz -mano derecha de Casado en la provincia, al menos era- metió en un lío a Mestre al asegurar que Madrid estaba de acuerdo con él y no era cierto. Es posible que alguien de altura intercediera por Saldaña llamando al teléfono rojo y, a partir de ahí, se desbloqueara su salida, pero en realidad todo es igual. Sea por un motivo o por otro, el hecho es el mismo e idéntica la permisividad y, conste, no se trata de valorar el empeño de un Antonio Saldaña que acumula mucha formación y trabaja a destajo, eso nadie lo discute -su método gustará más o menos a según quién-, también es comprensible imaginar su lucha titánica por conservar trabajo, sueldo y futuro -es lo que pasa cuando los políticos se hacen profesionales de la política, no tienen a dónde volver-. Es sencillamente cuestión de que los partidos políticos, como es el caso, no pueden mirar para otro lado cuando les interese y tapar sus miserias con el y tú más para acomodar el silencio, hacerlo a costa del contribuyente y venir luego dando lecciones de moralina a los demás como si acabaran de esculpir las tablas de los diez mandamientos a la sombra del Sinaí.

Última muestra de ello es que el PP de Jerez, liderado por el mismo Saldaña, justo a la semana de haber estado detenido en las dependencias de la policía local no ha tenido reparo de aprovechar una nota de prensa para acusar de un delito por la filtración en los medios de comunicación del atestado que demostraba cómo él mismo había sido detenido por conducción de vehículo triplicando la tasa de alcohol y con daños a tres coches. Como si lo grave ahora no sean los hechos cometidos en sí, sino que saliera a la luz pública la verdad. Haciéndonos pensar que quizás de no haber salido a la luz, podría haber mantenido por un tiempo la versión que dio a varios medios y que no era real, demostrando nulo respeto a la libertad de información y de prensa. Es habitual en estos tiempos usar aquello de "si te pillan en un asunto, hay que crear un asunto dentro del asunto para que nadie entienda nada" y en esas está cuando la mejor forma de tapar su grave error sería virando hacia un político constructivo alejado de la confrontación tóxica. Se puede hacer política desde el respecto, desde posiciones ideológicas enfrentadas, construyendo, pero lo que no se puede es ir de divino y pulcro y terminar detenido por algo tan evitable como conducir ebrio. Un político que cobra un sueldo público no puede hacer eso, sencillamente -del partido que sea-. Y lo que tampoco puede hacer ningún partido es tolerar el delito, mirar para otro lado porque, a partir de ahí, ¿quién merece una segunda oportunidad y quién no? ¿Qué delito merece una dimisión y cuál no? ¿Por qué entonces dimitió el alcalde de Badalona hace justo dos semanas? Es lo peor de la política, cuando por miedo a ser ventilada o en función del padrino que te sostenga unos resisten y medran y otros caen. Los menos caen. Por tanto, lecciones, las justas.

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