Tras haber dejado atrás la barrera del medio siglo de vida, hoy he decidido desempolvar mi baúl de los recuerdos. En esta arca añeja guardo las reliquias del pasado que me hicieron pasar los mejores años de mi infancia.
El Barrio: Mi niñez la pasé en El barrio de La Laguna y por eso le tengo mucho cariño y añoranzas de sus gentes y de los días interminables que pase jugando en sus calles. Este no fue el barrio que me vio nacer, ya que yo nací en la Calle Prieta, cerca del Arco de La Villa que da acceso al casco histórico. Cuando yo tenía poco menos de un año, mi familia decidió mudarse. Ahí empieza mi vida durante treinta largos años en este rincón querido y añorado del ayer.
Cuando llegue a esta zona hace más de medio siglo, esta estaba en la periferia del pueblo, rodeada en los cuatro puntos cardinales por espacios rurales. Se llamaba La Laguna, porque era una zona llana que cada vez llovía con intensidad, esta se inundaba porque recogía gran cantidad de agua de las tres vías principales que venían de la zona alta del pueblo. Las actuales calle Canarias, Calle Baleares y La Carretera (principal acceso al municipio). Parte de este territorio en aquellos años todavía estaba sin urbanizar, no tenía una red de alcantarillado. Ni sus calles asfaltadas. Poco a poco empezó a urbanizarse y a desaparecer los terrenos agrícolas.
En el corazón de mi barrio había una gran explanada, donde en sus alrededores, antiguamente se instalaba la feria del pueblo. Hace cincuenta años servía para que allí se instalaran circos que venían presentando sus espectáculos por nuestra provincia. Esta era la única oportunidad que teníamos los niños que no podíamos visitar zoos, de ver animales salvajes. Además este terreno servía también para que los vecinos depositaran los pitones, ramas de árboles y toda la madera que encontraban en los campos aledaños. Todo esto para hacer el 23 de Junio la hoguera de San Juan, que daba paso al solsticio de verano.
En la puerta del bloque de pisos que yo vivía, en las calles cercanas y en La Plaza de las Virtudes, los viernes solían montar unos puestos de venta ambulante. Estos eran de géneros muy variados. Los había que vendían zapatos, ropas, flores, cerámicas, telas, lanas, frutos secos, aceitunas, etc. Estos puntos de ventas fueron desplazados al paseo marítimo, El Piojito. Así es como lo conocemos actualmente, hoy en día ubicado en la explanada de la Ronda Norte y alternando algunas veces con el Recinto Ferial.
El bloque de mi casa tenía un hermano gemelo al que estaba unido por un pequeño campito, que hacía de patio vecinal. Este comunicaba con el recreo del colegio de La Laguna, hoy Colegio infantil. En este patio existía un pozo donde los vecinos sacaban agua, cuando había cortes en el suministro. Justo al lado del colegio había unas aulas más antiguas, que se las conocía como Los Micros. Esta estaba cerca del taller De Lucas EL Marinero y de donde vivió Paco el de las bicicletas, un joven cuyo padre arreglaba bicicletas. Este marcho de Conil hace una eternidad.
Hoy solo queda el recuerdo memorial de estos pisos y de sus vecinos. Estos por deterioro estructurales de sus viviendas fueron realojados en la primera promoción que hizo Rosan en el pocito blanco. En un corto periodo de tiempo estos dos edificios fueron demolidos y borrados del mapa. De la noche a la mañana desaparecieron del paisaje urbano del barrio de La Laguna. Pero no de la memoria de las personas que Crecimos y envejecimos al calor de la amistad, del apoyo mutuo y de la buena sintonía de la comunidad vecinal de aquella calle de la Laguna, que luego paso a llamarse Arcos de la Frontera.
Un barrio orgulloso de su asociación de vecinos de Las Virtudes, fundada a principio de los 80. Esta fue pionera en las asociaciones vecinales en nuestro municipio. Con ayuda municipal organizaba la verbena popular del barrio en verano. Esta se hacía en La Plaza de las Virtudes. Donde desde por la mañana había varios eventos deportivos, concursos para los niños y mayores, se otorgaban premios a los balcones mejor adornados y a la calles mejores engalanadas. Por la noche tocaba una orquesta musical que amenizaba el baile. Esa misma noche se entregaban los trofeos a los ganadores. Algunas asociaciones deportivas, sociales, partidos políticos o particulares montaban unas barras para vender bebidas y aperitivos. Esta velada era una atracción turística, atraía a muchos foráneos y paisanos que querían disfrutar de las noches veraniegas de Conil.
Con los años pase a vivir a la plaza de Las virtudes, que estaba a cincuenta metros de mi otro hogar, siempre en el mismo barrió. Esta plaza era la puerta hacia un nuevo Conil que se iba construyendo en las ramificaciones de la arteria principal que desembocaba en esta plaza y que se llamo la Calle Canarias.
Pasado el tiempo deje mi hogar para formar una familia con mi pareja. Marche del barrio que me vio crecer hacia El molino de Viento, donde puse mi residencia. Pase de ser lagunero a molinero. Pero actualmente soy pocero donde el destino me ha vuelto a poner de vecino de mis antiguos vecinas/os de mi infancia. Pero mi corazón nostálgico siempre estará en el Barrio de la Laguna, donde se encuentran los recuerdos de mi infancia.
Dice una canción de Carlos Cepeda: El BARRIO DE MIS ANDANZAS
El barrio de mis andanzas, donde viví a plenitud
Donde transcurrió mi infancia, mi niñez, mi juventud
Con inquietud y embriagado de añoranza
Regreso con la esperanza de pasar mi senectud….
Es así el lugar donde crecí, en el que se pueden contar los encuentros y desencuentros, la calle de mi barrio llena de historias de lucha, de vida, de muerte, de sueños, de alegrías y ahora de ausencias.